Tú que pasas y levantas contra mí tu brazo, antes de hacerme mal, mira mi bien. Yo soy el calor de tu hogar en las noches frías de invierno. Yo soy la sombre amiga que te protege contra el sol estival. Mis frutos sacian tu hambre y calman tu sed. Yo soy la viga que soporte el techo de tu casa, la cama en que descansas. Yo soy el mango de tus herramientas, la puerta de tu casa. Cuando naces, tengo madera para tu cuna; cuando mueres, en forma de ataúd yo te acompaño al seno de la tierra. Yo soy pan de bondad y flor de belleza. Si me amas, como merezco, defiéndeme contra los insensatos...
Será como árbol plantado junto a corrientes de agua, Que da su fruto en su timpo, Y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará. Salmo 1:3.
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