Mi jardín tiene una flor
que refleja tu persona,
según como tú la riegues,
así desprende su aroma.
Si la riegas con amor,
¡cuánta belleza ella toma!
Si le infundes de tu miedo,
su esbeltez se desmorona.
Con mi actitud le hago ser
majestuosa o ramplona,
qué importancia toma en ello
los modos que en mí se asoman.
Esto que ocurre en la Flor,
ocurre en la Tierra entera,
en las aves, en el aire,
en los ríos, en praderas.
Desde mi Ser yo transformo
todo lo que me rodea;
así esté mi corazón,
así veré yo por fuera.
Todo lo que me circunda
es fruto de las mareas
entre ese bien y ese mal
que en mí mismo se generan.
¡Quiero amarte Tierra mía,
para que seas un vergel
donde todo cobre vida
por el amor que haya en él!