LA LLAMADA
La noche en su quietud el alma en un vilo, Y la ansiedad que no cesa.
La necesidad de escuchar, de hablar decir lo que la noche sugiere; de nueva cuenta, de madrugada; El teléfono despierto.
Voces preguntando, sueños interrumpidos, necedades conocidas, atenciones desiertas impertinencias, siempre.
El teléfono en tus manos; Las tuyas dormidas, las mías temblando.
Tus oídos atentos, esperando, quizás una noticia, una impertinencia aquí la ansiedad, haciendo estragos.
Esperando también, cual árbol seco, la primavera, o el hachazo invisible, que me derrumbe para siempre.
El teléfono, ese invento infernal que une y separa, molesta y despierta; sobre todo, de noche
Teléfono, Esa tabla de salvación cuando en la noche como naufrago, me aferró a su suerte, alumbrando como faro La confusión de este desvarió.
LENNOX |