En el infinito universo donde confluyen la luz, el amor
y la plenitud de la esencia del ser, dos almas se
encontraron y se fundieron en un todo al ritmo de la
música celestial.
Rememorando sus inicios como una chispa divina que
al correr de los tiempos se separaron y corrieron por distintos
caminos a través de los cuales vivieron diferentes
existencias que los ayudó a crecer, aprender y gozar
de las diferentes manifestaciones de la vida, dadora
de múltiples y complejas experiencias que los
enriquecieron, como seres conscientes, de que la gracia
infinita de Dios se manifiesta en los cuatro elementos:
agua, tierra, fuego, aire y sobretodo en el AMOR..
Se unieron sus almas nuevamente después de largos
recorridos y formaron parte del éter hasta traspasar todo
tiempo, todo lugar inimaginable por el hombre.
Vivieron diferentes existencias, en diferentes lugares en
diferentes cuerpos, pero sus almas siempre se reconocieron
como fuente mensajera del AMOR DIVINO.
Anhelaron y sintieron la libertad que sólo se consigue
cuando las almas entienden que no hay límites, sólo
los impuestos por la mente del hombre.
(Desconozco el autor)