Oro con otros según se expande su conciencia de su naturaleza divina.
Antes de orar con otros, centro mi atención en la paz de Dios en mí. La luz de Dios resplandece en mí y la dirijo amorosamente hacia mis seres queridos. Siento gratitud por las personas que han bendecido mi vida, y las rodeo de amor y paz.
Me afianzo en la Verdad de que mis seres queridos están siempre envueltos en el amor de Dios. Al orar con ellos, afirmo que sus necesidades ya están satisfechas. Me regocijo al saber que descubren su naturaleza divina y que tienen todo lo que necesitan. Con un corazón agradecido, dejo ir cualquier duda o preocupación. Mis seres queridos son guiados, apoyados y amados de manera divina en todo lo que hacen.
Y que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.—Filipenses 4:7
Contribuyo a un mundo apacible al afirmar que las personas pueden vivir pacíficamente unas con otras, honrando y respetando sus diferencias. Mahatma Gandhi dijo: “Debes ser el cambio que deseas ver en el mundo”. Mantengo esta enseñanza en mi corazón según visualizo paz para todos.
Una visión de paz mundial guía mis pensamientos y acciones. Camino por un sendero de armonía, buscando soluciones amorosas para cualquier reto. Mis intenciones irradian hacia los demás, expandiendo las posibilidades para la paz.
La paz emana del corazón. Comienza en mí y fluye hacia mi mundo, contribuyendo a la armonía global. Me convierto en la paz que deseo ver en el mundo.
Estén siempre listos para salir a anunciar el mensaje de la paz.—Efesios 6:15
A medida que la vida surge en el mundo natural, mi mundo interno florece.
En la primavera las flores se abren hacia la luz del sol. La tierra y las nuevas hojas son alimentadas y refrescadas por la lluvia. Los pájaros entonan canciones de gozo. A medida que la vida surge en el mundo natural, mi mundo interno también florece. ¡Siento que el aire fresco del Espíritu se mueve por todo mi ser!
En esta estación de nuevo crecimiento, las ideas divinas son las semillas en mi mente, y mi conciencia florece con nueva comprensión espiritual. Siento vitalidad en mi cuerpo a medida que danzo y me muevo alegremente. Canto afirmando mis sueños y las nuevas posibilidades ante mí. Recibo la estación de la nueva vida con un corazón abierto y un espíritu gozoso y expectante.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad.—Juan 1:4