Bien sea que me preocupe por un familiar o por otra de las creaciones de Dios, oro por ellos. Afirmo que son saludables y plenos y visualizo que sus vidas gozan de felicidad y éxito.
“Bien amado, siempre estás en mis pensamientos y oraciones. Dios te ama hoy y en todo momento, manteniéndote en un abrazo amoroso y protegiéndote a cada paso que das.
“Eres capaz de lograr sueños más allá de lo que has podido imaginar posible, y estoy aquí para apoyarte en todos tus esfuerzos.
“Te amo incondicional e infinitamente. Sé, sin duda alguna, que Dios guía tu camino. Doy gracias por la bendición de tenerte en mi vida y por poder orar por ti”.
Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes. En todas mis oraciones siempre ruego con gozo por todos ustedes.—Filipenses 1:3-4
Los jardines prosperan cuando quitamos las malas hierbas y hacemos espacio para que las flores y los vegetales crezcan. Lo mismo es cierto respecto a mí: cuando arranco las “malas hierbas” de la negatividad y la preocupación, aclaro el camino para que mis bendiciones surjan.
Dejo ir. ¿Estoy aferrado a aquello que no beneficia mi vida? De ser así, determino dejar ir todo pensamiento o hábito negativo para permitir que Dios llene mi mente con la maravilla y la visión de las posibilidades ante mí.
Dejo que Dios actúe. Dejar ir el pasado abre el camino para que un nuevo gozo llene mi vida. Al soltar lo que ya no es importante, hago espacio para mayores bendiciones. ¡Dejo ir y permito que Dios sea Dios en mi vida, hoy y siempre!
La semilla sembrada en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y da fruto.—Mateo 13:23
Con mi atención centrada en el Espíritu, estoy en casa dondequiera que vaya.
La poetisa Maya Angelou escribió que “cada uno de nosotros añora tener un hogar. Un lugar seguro donde podemos ser quienes somos sin ser cuestionados”. Aprecio a las personas que me ofrecen seguridad y amor incondicional. También aprecio esos lugares especiales donde he podido sentir mi unidad con toda manifestación de vida.
Reconozco con gratitud cómo mi crecimiento espiritual ha impactado mi sentido de ser parte de algo. Mientras más moro en el amor de Dios, más siento que tanto los lugares extraños como los conocidos me son familiares. No importa dónde esté o con quién, llevo conmigo un sentimiento de aceptación incondicional; el cual es un refugio no sólo para mí, sino para todas las personas con quienes me encuentro.
Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.—1 Juan 4:16