Doy gracias más allá de toda medida porque sé que mi esencia divina es de Dios. Con respeto y amor por mí mismo, me perdono por cualquier error del pasado y abro el camino para avanzar plenamente y con libertad. Yo soy un ser espiritual experimentando las lecciones de la vida que me ayudan a crecer a nivel del alma.
Puede que a veces me sienta completamente en el fluir de la gracia y otras como si escalara montañas que ponen a prueba mi fortaleza. En todas estas experiencias me paro firme sabiendo que el Espíritu en mí es mi ayuda infalible. Con cada oración respondida y con cada nueva comprensión, crezco espiritualmente y reafirmo el ser libre e ilimitado que yo soy.
Manténganse, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud.—Gálatas 5:1
Centro mi atención en la Presencia de Paz infinita.
A l final del día, cuando estoy a solas con mis pensamientos, ¿vagan estos hacia lo que debí haber hecho o dejado de hacer? En vez de perder el tiempo en el pasado, determino centrar mi atención en la Presencia de Paz pura e infinita.
La paz es mi estado natural de ser, de manera que cuando las circunstancias amenacen mi sentido de bienestar, voy a mi interior para reconectarme con mi naturaleza espiritual. Allí encuentro la serenidad que busco. Me lleno del fluir estable de la energía y la fortaleza espirituales que me permiten descansar, calmarme y renovarme. Dejo ir lo que “debería haber hecho o dejado de hacer” y recibo con beneplácito las posibilidades que están ante mí. Encuentro quietud para el corazón y la mente al centrar mi atención en la Presencia de Paz infinita.
El ocuparse del Espíritu es vida y paz.—Romanos 8:6
Yo soy un buen guarda de la abundancia divina. Doy y recibo con gratitud.
Mi herencia divina contiene bendiciones ilimitadas. Con gran gozo y gratitud acepto que yo soy heredero del reino en mí. Aparto cualquier pensamiento de escasez o limitación, porque el bien de Dios es ilimitado e inagotable.
Doy gracias por los dones divinos de salud, amor y sabiduría, aceptándolos como herramientas para una vida próspera. Utilizo sabiamente, y comparto con los demás, las bendiciones abundantes que recibo. Con fe, sé que el dar crea un espacio que será llenado rápida y amorosamente por mi Creador.
Cualquiera que sea mi necesidad, sé que será satisfecha porque yo soy un buen guarda de la abundancia divina. Doy y recibo con gratitud.
Miren las aves del cielo, que no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y el Padre celestial las alimenta.—Mateo 6:26