La oración cambia mi conciencia de la separación a la unidad espiritual.
La gracia es el espíritu de Dios obrando como un poder transformador en mí y en mi vida. Sin importar mis creencias, acciones y pensamientos pasados, la gracia está disponible para mí. Tengo acceso a ella al cambiar mi manera de pensar: elevando mis pensamientos a pensamientos de unidad y armonía. Este proceso eleva mi mente de la limitación humana a la conciencia espiritual.
Una práctica que promueve la renovación de la mente es el uso de afirmaciones y negaciones. Dejo ir creencias falsas y luego afirmo que la gracia de Dios fluye libremente en mi vida. En este estado de despertar espiritual, ya no busco mi bien en el mundo físico; por el contrario, lo encuentro por medio de la conciencia de la presencia de Dios actuando en y como toda vida.
Ciertamente de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.—Juan 1:16
Mantengo un pensamiento de paz para los habitantes de la Tierra.
En diciembre de 1972, la tripulación del Apolo 17 tomó una fotografía épica de la Tierra que ellos titularon “La canica azul”. Esa foto refleja lo frágil que es nuestro planeta y lo intervinculados que estamos como seres humanos; es un recordatorio visual de la oración bretona: “Tu mar, oh, Dios, tan grande, mi bote tan pequeño”.
Mantengo esta imagen en mi mente cuando oro por la paz mundial. Visualizo que todas las personas trabajan juntas con amor y paz. Éste es nuestro planeta y lo habitamos juntos. Recuerdo mi responsabilidad sagrada de ayudar a cuidar del mundo y promover la paz. Visualizo que todas las personas disfrutan de la belleza de este planeta y viven juntas en armonía.
¡Del Señor son la tierra y su plenitud! ¡Del Señor es el mundo y sus habitantes!—Salmo 24:1