La serendipia es un acontecimiento feliz, un descubrimiento o hallazgo valioso e inesperado. Cuando ocurre, me brinda gozo e ilumina mi día. No deseo perderme de un acontecimiento feliz, así que lo espero adondequiera que vaya. ¡Qué gozo que pude ver cuando una estrella fugaz pasó por el cielo! ¿Cuáles son las posibilidades de que encontrara exactamente lo que buscaba tan pronto como entré a la tienda? ¡Y en rebaja!

Cada vez que noto la serendipia, la celebro. Mi vida es tan bendecida. Mi gratitud es tan abundante. Mi conciencia de Dios es tan plena. Veo cada uno de esos momentos inesperados como evidencia de mi vínculo eterno con lo Infinito. Acepto cada momento como un regalo que alimenta mi alma.

Puede que me sienta tentado a pensar que primero necesito objetos y logros para sentir una gratitud genuina. Sin embargo, el ministro Unity Eric Butterworth sugirió que es posible sentir gratitud sin tener una razón en especial para ello.

“Simplemente siéntela”, nos recomendó. Añadiendo que al permitirnos sentir gratitud “el fluir de la inteligencia, el amor, la paz y el poder surge en nosotros y se manifiesta como nosotros de manera efectiva”.

La práctica de sentir la gratitud, explicó Butterworth, “nos lleva a una conciencia llena de grandeza”. Sentir agradecimiento, eleva mi corazón, aviva mi mente y cuerpo y centra mi atención en el fluir de bien que está presente en todas partes.