A veces me siento como una hoja al viento girando caprichosamente y sintiéndome incapaz de atemperarme y seguir mi curso. Si bien es cierto que no tengo control sobre lo que sucede fuera de mí, puedo declarar dominio sobre lo que ocurre en mí.
Hoy intento vivir desde un lugar de profundo equilibrio y aplomo. Utilizo mis herramientas espirituales de oración, visualización y afirmaciones para mantener mi mente enfocada en lo que me corresponde hacer.
Respiro profundamente y me concentro, les doy mi atención a mis objetivos y proyectos evitando distracciones. Gracias a mi determinación, yo soy como las raíces de un árbol, obtengo fuerzas y nutrimento de Dios en mí. Me siento firme y encaminado espiritualmente.