Ello a pesar de que como dijo David Attenborough, "el hombre terminó con la evolución" con ciencia y tecnología. "No es natural, que alguien de 82 años como yo, esté vivo", dijo el presentador de Planeta Tierra de la BBC.

Pero más allá de echar de menos a los seres queridos, la muerte trae consigo preocupaciones ligadas a la era digital. ¿O es que acaso no se han preguntado que pasará con su vida digital una vez que la real llegue a su fin?

Más…"Vida digital tras la muerte" »

Si no lo han hecho es porque tienen cosas más importantes de que preocuparse, pero aún así podría sorprenderles que cada vez más gente piensa en "testamentos virtuales".

La idea es que al abandonar este mundo, las claves y contraseñas de correo electrónico, cuentas de banco o paypal, redes sociales y demás, sean transmitidas a un beneficiario.

Imagínense que llegan a morir inesperadamente y -celosos de su privacidad- dejan sus finanzas y posesiones virtuales abandonadas. No se oye muy bien, ¿o si?

La vida digital es cada vez más parte de la vida cotidiana. Y en la medida en la que internet y la tecnología ocupan un mayor espacio en nuestras labores, más importante es su resguardo.

En la red existen varias compañías que ofrecen este servicio a cambio de un pago o parcialidades. Pero también es posible ser precavido sin pagar un centavo.

Algunas cuentas de correo electrónico ofrecen la posibilidad de escribir un mensaje postfechado y modificar el contenido y las fechas de envío cuantas veces se desee. Outlook o Eudora, por ejemplo, tienen entre sus opciones una que dice "no enviar antes de...", en la que se espefica el dia que el mensaje debe salir del buzón.

Para quienes prefieren el correo electrónico en la web, basta con usar el servicio de calendario de Yahoo! o Google y activar la opcion de que el servicio envie un mensaje en la fecha determinada.

Ya saben lo que se dice: "hombre prevenido vale por dos". Si la vida existe más allá de la muerte o no, no lo sabemos, pero sí podemos asegurarnos de que nuestra vida digital no nos de un dolor de cabeza cuando ya no podamos sentirlo.