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General: LA PALABRA DIARIA MES DE DICIEMBRE
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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 09/12/2009 01:36 |
Avanzo con confianza en la dirección de mi bien.
Fe
Al comenzar su viaje, María, la madre de Jesús, quizás no estaba segura de dónde iba a dar a luz; mas tuvo fe en Dios. Quizás yo no siempre sepa cómo van a resultar las cosas. Mas la fe pone confiadamente mis pies camino a mi bien. Con cada paso afirmo la fortaleza y sabiduría de Dios en mí. Mi fe en el poder de Dios es mayor que cualquier temor o duda que pueda tener por las condiciones externas de empleo, finanzas, salud o relaciones personales.
Cuando siento incertidumbre aquieto mis pensamientos, sabiendo que el silbo apacible y delicado me dirige. El deseo de Dios para mí es sólo el bien. Avanzo con confianza en la dirección de mi bien.
Dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.—Lucas 2:7
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La gracia de Dios me bendice.
Gracia
El gozo de las festividades está en el ambiente —mi casa decorada para las fiestas, los niños contentos, las fiestas y programas navideños planificados. Mas puede haber momentos en que siento que el gozo de la temporada me evade. Quizás he sufrido la pérdida de un ser querido o echo de menos a familiares que están lejos.
En tales momentos, me dirijo a mi interior y afirmo el poder de la gracia de Dios. El amor de Dios llena mi vida de gozo y paz. La gracia de Dios me bendice de maneras mayores a las que he imaginado, y más allá de mis esperanzas y expectativas. Mi fe en Dios hace que la gracia divina me inspire con amor, gozo y satisfacción en esta temporada festiva.
Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús.—1 Corintios 1:4
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Confío en la luz del Espíritu para que me muestre el camino.
Luz
Mirar la llama de una vela puede ser una práctica relajante que lleve a una meditación profunda. La luz de la vela refleja la luz del Espíritu en mí y me recuerda la luz espiritual que resplandece en todos. Confío en la luz del Espíritu para que me muestre el camino cuando la vida parece compleja o confusa. Me aquieto y, al hacerlo, la conciencia de la llama que arde en mí como energía de vida aumenta.
La luz del Espíritu transforma los pensamientos que tengo en mente, las palabras que digo y las acciones que llevo a cabo. La luz del Espíritu me permite ver la luz en los demás y en mí, y respondo a la vida de una manera nueva y significativa.
Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa.—Mateo 5:15
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Tranquilidad
Descanso y me renuevo en la paz y la calma de Dios.
Así como me siento refrescado después de haber dormido bien, soy rejuvenecido durante ratos de reflexión y comunión con Dios. Mi tiempo a solas puede ser una hora en un lugar sereno o momentos centrados en Dios aun en medio del caos.
Me dirijo a mi interior, al lugar de paz donde Dios me aguarda. Con cada momento de silencio y con cada aliento tranquilizador, estoy consciente de la perfección que soy. Las preocupaciones se desvanecen y estoy en paz.
Durante las noches, acojo un período de descanso. Duermo confiadamente en la paz y la calma renovadoras de Dios. La tranquilidad que siento es una bendición que mi cuerpo disfruta plenamente, la cual es producto de mi tiempo a solas con Dios.
Él les dijo: “Venid vosotros aparte, a un lugar desierto, y descansad un poco.”—Marcos 6:31
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Regalo
Con la atención centrada en Dios, sé que mi vida es un regalo maravilloso.
Cada mañana hay un regalo esperando ser abierto. Tan pronto como abro los ojos lo veo —un nuevo día ha amanecido. Lo mejor acerca de este regalo es que puedo disfrutarlo como lo desee.
Comienzo con gratitud, dando gracias por mi vida y por las posibilidades de un nuevo comienzo. Llevo a cabo mis actividades con entusiasmo, apreciando el amor, la belleza y la risa a mi alrededor. Si surge un conflicto, ofrezco armonía a la situación. Añado compasión, perdón y comprensión.
Lleno de gratitud por el gozo de estar vivo, concluyo mi día con oración y meditación. Cierro los ojos y soy restaurado en una noche de descanso y paz.
Este es el día que hizo Jehová; ¡nos gozaremos y alegraremos en él!—Salmo 118:24
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Natividad
La vida y el amor son revelados en mí.
Cuando contemplo las imágenes conocidas de María y José mirando al niño Jesús, mi mente y corazón reconocen mi esencia sagrada. Veo el pesebre como la representación del renacer de mi naturaleza divina expresándose como vida y amor.
Soy transformado, y la consideración y la generosidad se convierten en prácticas cotidianas en mi vida, junto con expresiones de afecto. Al dar a luz nuevas maneras de pensar, sentir y estar en el mundo, el amor y la vida en mí son renovados y revelados. Los demuestro en actos de generosidad y de bondad para con mis semejantes. Estas experiencias sagradas ofrecen vida y amor a mi familia, comunidad y la humanidad.
Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.—Lucas 2:16
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Día de Navidad
El Cristo nace de nuevo hoy en mí.
Al celebrar el nacimiento de Jesús, doy gracias por Su vida, ejemplo y por Sus enseñanzas. Él expresó el potencial pleno del Cristo, iluminando el camino, diciendo que yo puedo hacer las cosas que Él hizo y aun mayores. La divinidad en Jesús me muestra la semilla del potencial en mí. En este día de renacimiento, reconozco mi derecho y herencia como creación del Altísimo.
Doy gracias por el viaje a este lugar de oportunidades y por aquellos que han viajado conmigo —mis múltiples maestros. Todo lo que he experimentado, lo difícil y lo sublime, me ha traído a este momento de conciencia donde sé que el Cristo en mí es mi esperanza de gloria. ¡Cristo renace en mí hoy!
Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido y que el Señor nos ha manifestado.—Lucas 2:15
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Energía sanadora
La energía sanadora de Dios me brinda paz.
Me doy el regalo de la paz hoy y restauro mi cuerpo, mente y espíritu a la salud perfecta. Comienzo tomando una respiración profunda, luego otra. Comulgo con Dios y dejo ir todo lo que distraiga mi atención. Dios es la vida misma que está en mí, la energía sanadora que fluye a través de mi ser.
Tranquilamente, en el silencio, soy uno con la salud, con el amor, con la vida pura. Mi atención está centrada en el fluir constante de energía sanadora que me revitaliza y restaura. Logro sentir paz respirando profundamente, dejando ir y confiando en Dios. Acojo plenamente la energía sanadora de Dios.
Paz, paz para el que está lejos y para el que está cerca, dice Jehová. “Yo lo sanaré.”—Isaías 57:19
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