Prosperidad Siento gratitud por el fluir divino de bien en mi vida. Cuando oigo la palabra “prosperidad”, puede que piense en mi cuenta bancaria. En ese momento, quizás sienta alivio o ansiedad. Mas comprendo que la prosperidad no es definida por el dinero. La verdadera prosperidad es de naturaleza espiritual. Viene de saber que mi verdadera fuente no son mi jefe, mi socio o mis padres. Dios es la Fuente de mi bien. Cuando estoy consciente de la sabiduría y la gracia de Dios, no puedo evitar crear prosperidad—en mis relaciones personales, mi salud, mis bienes. Al enfocar mi atención en la Verdad mayor, la abundancia fluye. Soy rico de todas las maneras y siento gratitud. Reconoced, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado ni una sola de todas las bendiciones que Jehová, vuestro Dios, os había dicho.—Josué 23:14

Creer Supero lo viejo y acojo lo nuevo. El Miércoles de Ceniza marca el comienzo de la temporada de Cuaresma. Nos proporciona una oportunidad de soltar creencias que nos limitan o nos atan. Algunos piensan que éste es un período para ayunar. Otros creen que es una temporada para eliminar ciertos estados mentales, ciertas palabras y modales que no están a tono con el ideal de Jesucristo. No importa cómo decidamos guardar la Cuaresma, dirijamos nuestros ojos de la oscuridad a la luz, nuestros oídos de la lucha a la paz, nuestras palabras de lo negativo a lo positivo, y nuestras manos de la destrucción a la edificación. Guardar la Cuaresma de esta manera nos preparará mental, física y espiritualmente para superar lo viejo y acoger lo nuevo. El ayuno que yo escogí.—Isaías 58:6

En el ahora Vivo en el ahora y obtengo de cada momento el bien que guarda para mí. Mi futuro yace en un campo de posibilidades infinitas. Mi pasado guarda las cosas que sucedieron, bien me hayan ofrecido gozo o reto. Mas, sólo en el presente tengo la oportunidad de crear mis experiencias y mis relaciones personales con Dios y con los demás. En el ahora, mantengo mis pensamientos positivos y elijo palabras y acciones que invitan a otros a unirse en un mundo de paz, abundancia y armonía. Con la atención centrada en la presencia de Dios, obtengo de cada momento el bien que guarda. Consciente de las posibilidades ilimitadas del futuro y considerando todo lo que aprendí en el pasado, doy gracias por el ahora. ¡Crea en mí, Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí!—Salmo 51:10

Armonía Elijo vivir en armonía con los demás, expresando paz y buena voluntad. Los conflictos y malentendidos surgen cuando las personas reaccionan sin pensar. En vez de reaccionar, elijo permanecer con mi atención centrada en la presencia de Dios. Con esta base, tengo el balance necesario para responder amablemente. Cualesquiera que sean las circunstancias, mi actitud es de cooperación y comprensión. Soy una expresión de paz divina en el mundo. La presencia de Dios en mí resuelve todo dilema, alivia toda presión y reconcilia toda relación personal. Al permitir que la presencia divina resplandezca en mis interacciones, recibo las recompensas de la amistad y el amor. Mi mente es clara y mi corazón está abierto. Todos en armonía, unidos por un mismo amor, por un mismo espíritu y por un mismo propósito.—Filipenses 2:2 (Versión Popular)

Orden divino Mi vida es bendecida con orden divino. Hemos escuchado, “cuando lo vea lo creo” y, sin embargo, la gente sabia reconoce que no podremos verlo hasta que lo creamos primero. La ley universal del orden divino reza que primero está la Mente, luego las ideas que fluyen de esta Mente, y luego surge la expresión de estas ideas en lo físico. Jesús utilizó la ley del orden divino al pedir conscientemente, dar gracias con fe completa y recibir el bien de Dios. Sé que el orden divino, siempre presente y confiable, trabaja para mí hoy. Ahora mismo, cualesquiera que sean los deseos de mi corazón, tengo fe en que los voy a recibir. Doy gracias con completa fe y confío en que la ley poderosa del orden divino manifiesta bendiciones abundantes en mi vida. Por tanto, os digo que todo lo que pidáis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.—Marcos 11:24