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General: LA PALABRA DIARIA MES DE JUNIO
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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 12/06/2011 02:42 |
Calma
Receptivo al Espíritu, siento calma.
De vez en cuando, quizás me sienta ofendido o enojado. Si no deseo permanecer en este estado, puedo cambiar. Si siento ira, me detengo, respiro profundamente, acudo al Espíritu divino en mí y sigo Su guía. Esto puede significar alejarme por un momento de la situación, tomar tiempo para pensar y proseguir con el asunto luego de haberme sosegado. O simplemente puedo decidir escuchar con una mente abierta y una boca cerrada.
Si estoy enojado conmigo, hago lo mismo. Me detengo, respiro profundamente y me vuelvo receptivo al Espíritu. Gracias a la paz de Dios en mí, permanezco en calma y soy compasivo conmigo mismo. Perdono y tomo una nueva decisión.
Vestíos, pues, … de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia.—Colosenses 3:12
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Dejar ir
Al dejar ir y dejar a Dios actuar, estoy en paz.
De la misma manera como el invierno cede el paso a la primavera, yo dejo ir las previas estaciones de mi vida. Cualesquiera que hayan sido mis experiencias, Dios las utilizará para bien. Mi Creador está conmigo siempre, ofreciéndome nueva vida. Al dejar ir el pasado, respondo a Su llamado y estoy receptivo a mi mayor bien.
En las nuevas estaciones de mi vida, me preparo para recibir mi bien. Por medio de la meditación y la oración, me vuelvo receptivo a la sabiduría divina. Permito que Dios me guíe, momento a momento, a un futuro de salud, amor y abundancia. Ya no estoy atado al pasado; dejo ir y dejo a Dios actuar. ¡Estoy en paz con el momento presente y soy libre!
Vuelve ahora en amistad con Dios y tendrás paz; y la prosperidad vendrá a ti. —Job 22:21
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Gozo
Expreso el espíritu de gozo y mi vida se vuelve radiante y gozosa.
Gozo. La sola palabra me hace sonreír. Al aceptar el gozo, cambio mi manera de pensar, mi estado de ánimo y mi mundo. Aún cuando me sienta triste, me dirijo al Espíritu divino en mí y avivo mi júbilo. Encuentro que el don de gozo en mí es más fuerte y poderoso que cualquier pensamiento o sentimiento de tristeza.
Mi corazón se llena de alegría al tomar la mano de un ser querido. Al ver más allá de las fallas y debilidades humanas, reconozco que nuestra verdadera esencia es ser alegres y optimistas. Nuestro vínculo eterno con todo lo creado afirma vida y felicidad. Me regocijo por poder compartir mi gozo. Permito que el gozo del Espíritu resplandezca por medio de mí para elevar a toda persona en mi vida.
Hermanos míos, gozaos profundamente cuando os halléis en diversas pruebas.—Santiago 1:2
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Fe
Mi fe en Dios me da fortaleza y confianza.
Mi fe en Dios, ¿cómo puedo definirla? ¿La veo como un poder fortalecedor, una presencia guiadora, una seguridad omnisciente? Quizás es todas esas cosas y aún más. Mi fe en Dios es una parte significativa de mi vida. Gracias a la fe, tengo confianza para hacer más y ser más. Soy revitalizado en mente y cuerpo e inspirado y fortalecido de innumerables maneras.
Mi fe vivifica mi vínculo con la presencia reconfortante e ilimitada de Dios. Esta presencia une a todo lo creado como una sola expresión de vida. El saber que esta presencia obra en mí y en todas las cosas vivientes, me llena de una sensación de unidad. Sé, sin lugar a duda, que con Dios puedo hacer y ser todo lo que se supone que sea y haga.
Respondiendo Jesús, les dijo: “Tened fe en Dios.”—Marcos 11:22
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Despertar
Por medio del poder de mi naturaleza crística, despierto a una nueva vida.
Cada vez que oro —cada vez que me doy cuenta del poder crístico en mí— despierto mi naturaleza espiritual. Al permitir que la luz de Cristo inunde mi conciencia, estoy receptivo a nueva vida, a una nueva manera de ser.
Los primeros cristianos contaron la historia de Lázaro, a quien todos, menos Jesús, daban por muerto. Mi naturaleza crística trasciende cualquier apariencia o condición, y me permite despertar a una vida nueva de unidad y salud, de armonía y abundancia, de comprensión y paz.
Al dirigirme a la presencia crística en mí, despierto mi espíritu divino. Presto atención a mi naturaleza crística y esta naturaleza me lleva a experimentar una vida nueva y plena.
Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo.—Juan 11:11
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