McKennitt nació y creció en Morden, Manitoba, una población en medio de las praderas canadienses cuyos habitantes eran irlandeses, escoceses, alemanes e islandeses. Se podría decir que fue aquí; donde se sintió expuesta por primera vez a las influencias multiculturales. Loreena, la más vigorosa bailarina de la danza Highland, fue criada por su madre, enfermera, y su padre, ganadero.
"Era una comunidad muy humilde. La gente era inmigrante. La supervivencia era el tema del día y, en muchos sentidos, el acceso a la cultura era bastante limitado. Aunque la mayoría de antepasados de mi familia eran irlandeses, lo cierto es que en mi infancia no hubo mucho 'Celta', ni en la música ni en los cuentos". Después de pasar la adolescencia en Morden, McKennitt soñaba con conocer un mundo más amplio. Conoció el boom de la música folk celta en un club folk de Winnipeg.
"El primer paso fue la música celta. Su sonido me atraía de forma casi instintiva, y se convirtió en el vehículo para conocer la historia de una manera que jamás había soñado", recuerda.
En la más cosmopolita Winnipeg empezó a estudiar veterinaria, antes de decidirse finalmente por mudarse a Stratford (Ontario).Allí fue donde empezaron a apreciar su talento como compositora e intérprete, más precisamente en la vibrante escena cultural creada alrededor del prestigioso Shakespearean Festival . McKennitt sigue viviendo en esa ciudad, en una granja rural.
Enamorada ya de la poesía de Yeats y de la música del arpista bretón Alain Stivell, de Planxty y la Bothy Band, McKennitt descubrió el liricismo de la música folk irlandesa. Cuando hizo su primer viaje a Irlanda en 1982, encontró un liricismo parecido en el paisaje de esa tierra y en el espíritu de su gente.
De regreso a casa, puso todo su fervor celta en una interpretación de "The Stolen Child" de Yeats. Inspirada por un libro de auto-ayuda titulado "Cómo hacer y vender tus propios discos" de Diane Sward Rapaport, en 1985 creó su propia compañía discográfica, Quinlan Road, y grabó "Elemental", una cassette de nueve canciones. Hizo copias y empezó vendiéndolas en su coche, encontrándose con el público en el nivel más inmediato, casi como un feriante.
A medida que la lista de clientes de McKennitt crecía, el boca a boca en los cafés y librerías le iba creando un gran público. Su público seguía a McKennitt en su exploración del cañón tradicional, siempre buscando la reverberación que hiciera que las antiguas melodías estuvieranen armonía con su voz. Ella está especialmente orgullosa del trabajo realizado en "Bonny Portmore" incluido en "The Visit". Esta es una oscura balada que se lamenta por la desaparición de los antiguos bosques irlandeses de robles, adorados por los europeos pre-cristianos, y que en la actualidad tiene una relevancia muy contemporánea adhiriéndose con la lucha por la preservación de los bosques.
Después de "Elemental", McKennitt hizo su particular homenaje a los villancicos navideños con "To Drive The Cold Winter Away" (1987), y dió sus primeros pasos en el mestizaje transcultural con su siguiente trabajo, "Parallel Dreams" (1989). En esa época le encargaron que compusiera la música para la prestigiosa serie de películas "Women And Spirituality" del National Film Board de Canadá.
Uno de los momentos clave de la evolución de McKennitt tiene lugar en Venecia (Italia) en 1991, en la mayor exposición que se haya celebrado de colecciones internacionales de artefactos celtas.
"Hasta que fuí a esa exposición yo creía que los celtas eran gente que provenían de Irlanda, Escocia, Gales y Bretaña", recuerda McKennitt.
Al ver la increíble riqueza y variedad a través de los siglos del arte celta recopilado en lugares tan lejanos como Hungría, Ucrania, España y Asia Menor, recuerda, "Me sentí entusiasmada. Era como pensar que en tu familia solo existen tus padres y hermanos, y luego te das cuenta de que hay todo un pedazo de historia que es una extensión de lo que tú eres".
Esa epifanía transformó la música de McKennitt.
El sonido primitivo del tambor con el que se abría su siguiente disco "The Visit" (1992) anunciaba una nueva dirección, una dirección confirmada con las valientes y cinematográficas interpretaciones de Shakespeare y Tennyson, y con su inusual y valiente versión de la balada compuesta por Enrique VIII, "Greensleeves".
Este proceso floreció espectacularmente en "The Mask And Mirror" (1994). La nueva parada en el camino de McKennitt era Galicia, la parte celta de España y, a continuación, la España del siglo XV cuando las culturas judía, islámica y cristiana se mezclaron para formar lo que se ha llamado la Edad de Oro, una época de profunda influencia cultural sobre la evolución de la cultura occidental.
La originalidad de la visión musical de Loreena McKennitt tiene su paragón en la independencia con la que contempla la industria discográfica. "Creo que el provenir de un entorno rural de granjeros me ha dado la capacidad de ser auto-suficiente. Te familiarizas con la resolución de problemas creativos. Si realmente deseas algo, te arremangas y te pones manos a la obra."
Cuando McKennitt decidió que era el momento adecuado para acercarse a la industria discográfica multinacional, firmó un contrato muy especial con el grupo Warner a nivel mundial. Ese es un trato que ha sido de lo más fructífero ya que sus discos se han vendido por millones en más de cuarenta países. A partir de "The Visit", Warner ha distribuido su trabajo, mientras ella sigue controlando todos los aspectos de la creación y a la promoción.
Con su sello de un solo artista, Quinlan Road, que ya tiene una segunda oficina en Londres, Loreena McKennitt ahora pasa la mayor parte de su tiempo viajando entre esa ciudad y Stratford, atendiendo los miles de detalles que conlleva dirigir una carrera internacional dentro de la industria discográfica.