En un primer momento todo fue bien. El despegue se realizó sin problemas aparentes y entró en órbita con facilidad.
Pero a partir de ese momento, todo fue de mal en peor: Al abrir los paneles solares que tendrían que apoyar energéticamente a la nave, uno de ellos se quedó bloqueado y no consiguió desplegarse. Este gran fallo, además de reducir considerablemente las reservas energéticas de la nave, conllevaba grandes problemas: Creaba un problema de simetría en la nave, desestabilizaba los radares, dificultaba el control térmico de la nave…
Komarov intentó hacer cualquier cosa por solucionar el problema. Incluso probó un sistema de emergencia que consistía en darle patadas al panel solar para que se desplegara. No obtuvo resultados. Desesperado, les gritó a sus compañeros:
Maldita máquina. ¡Nada de lo que hago funciona!
Mientras tanto, en tierra, los ingenieros veían un futuro muy negro para la misión. Intentaron buscar alguna solución para el problema, llegando incluso a plantearse la posibilidad de enviar antes de lo previsto a la Soyuz 2 para que sus tripulantes repararan la primera nave. Esta idea, a pesar de parecer bastante buena a primera vista, era muy difícil de realizar: El tiempo tormentoso era bastante molesto para el lanzamiento, las posibilidades de que llegara a tiempo eran escasas…
Finalmente, se decidió no lanzar la Soyuz 2 y se optó por otra idea más sensata: Hacer que la Soyuz 1 volviera a la Tierra lo antes posible. El plan de actuación se puso en marcha. La escena parecía sacada de una película de acción: Desde Tierra, Yuri Gagarin le transmitía las órdenes a Komarov para su regreso; el director de la expedición, Vasili Mishin, le deseaba suerte; el primer ministro soviético Alekséi Kosygin se presentaba en persona para darle ánimos a Komarov; y finalmente, en privado, su esposa contactaba con él mientras Komarov se despedía para siempre.
La batería proporcionaba a la nave de energía suficiente para lograr dos órbitas más alrededor de la Tierra, y la reserva especial que se activaba en caso de que la primera se agotara, permitía otras tres órbitas terrestres. Las maniobras de parada de la nave se iniciaron mientras orbitaba en el lado nocturno de la Tierra: Usando un perioscopio y tomando a la Luna como referencia para orientarse, Komarov hizo que la cápsula girara sobre sí misma para estabilizarse y comenzar el frenado.
Entonces, cuando la nave estaba frenándose, el combustible se acabó bruscamente y el sistema de navegación ordenó el apagado de los motores. La situación ahora era de vida o muerte: La nave estaba entrando en la Tierra en modo balístico. En ese momento, Komarov abrió los paracaídas de la nave.
Para su desgracia, el compartimento de los paracaídas, debido al enorme calor al que estaba siendo expuesto con la entrada a la Tierra, se había fundido. Esto provocó que los paracaídas principales (los cuales también tenían fallos de diseño) no se desplegaran correctamente y que el paracaídas de repuesto se enredara y no consiguiera desplegarse.
Básicamente, la explicación del fallo con los paracaídas es la siguiente: El paracaídas principal debía de haberse abierto cuando un paracaídas más pequeño (el paracaídas guía) tirara de él; sin embargo, el paracaídas guía (el cual sí consiguió abrirse) no aplicó la suficiente fuerza y el principal se quedó atascado.
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Restos calcinados de la Soyuz 1
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La nave se estrelló contra la superficie terrestre a una velocidad de 200 Km/h, quedando así destrozada y acabando con la vida del valiente Komarov. Las últimas palabras de Komarov fueron prácticamente inaudibles, pero se cree que maldijo a los diseñadores de su nave espacial y a los controladores que lo dirigían (aunque probablemente esto sólo sea un error debido a la mala comprensión de la grabación y al romanticismo del que los medios impregnaron después la historia).
Los restos que se encontraron del cosmonauta fueron enterrados en la muralla del Kremlin, donde reposaban los restos de algunos de los más importantes personajes de la unión Soviética, tales como Lenin o Stalin. En su honor han sido nombrados diversos objetos astronómicos: El asteroide Komarov (número 1836), el cráter lunar Komarov…
Komarov también tiene en su honor una obra sinfónica de Brett Dean llamada “Komarov’s fall”, que se puede encontrar en el disco The Planets. Más recientemente, en abril de 2010, el grupo estonio Allan Vainola le dedicó una canción a Komarov, “Planeetidegi raskus kehtib vahel”, la cual podéis escuchar aquí.
Y para terminar, dejo un rumor más que divulgaron algunas fuentes: Según se dice, Yuri era un gran amigo de Komarov y siempre había existido un gran compañerismo entre ellos. Por eso, cuando se enteró de que las causas de su muerte habían sido políticas, le tiró un copa de champán en la cara al dirigente soviético Leonid Brézhnev. Por supuesto, como en todos los rumores, no se puede confirmar la veracidad de este dato, pero lo cierto es que Yuri siempre se sintió profundamente afectado por la muerte de su colega, el primer mártir espacial.
![](http://static.naukas.com/media/2010/12/komarov.jpg)
Monumento en honor a Komarov en Moscú
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Fuentes y más información