Creo mi vida de adentro hacia afuera. Mis creencias guían mis palabras y mis palabras expresan lo que creo. Al pensar y hablar con fe en el bien de Dios, veo que éste se manifiesta.
Las ideas limitadas afectan mi experiencia de vida, mas puede que no esté consciente de ello hasta que preste atención a lo que digo. Observo cómo expreso mis creencias. Si me escucho hablar de escasez, enfermedad o limitación, reconozco los pensamientos subyacentes a mis palabras y elijo una nueva verdad.
Soy una creación divina, digna de todo bien. Reclamo la salud, el amor y la prosperidad. Mis palabras demuestran mi fe en que sólo el bien de Dios se manifiesta en mi vida.
Sean aceptables a tus ojos mis palabras y mis pensamientos, oh Señor.—Salmo 19:14
Cuando estoy en armonía con el Espíritu, el deseo de servir a los demás se despierta en mí. Quiero expresar a Dios a través de mis pensamientos, palabras y acciones. Al despertar a la voz del Espíritu en mí, siento que mi corazón se expande con gratitud. Me doy cuenta de que soy un vehículo por medio del cual Dios se revela al mundo.
Pregunto al Espíritu cómo puedo servir. Mi corazón está abierto, escucho con gratitud y actúo según la guía que recibo. Al compartir mis talentos con pasión, despierto a todo lo que soy y a todo lo que tengo para dar. La energía del Espíritu en mí se enciende. ¡Ardo con gran pasión por servir!
Los que de voluntad se sintieron impulsados, presentaron al Señor una ofrenda … para todo su servicio.—Éxodo 35:21