La Plaza Mayor de Madrid en Pascua de Navidad, Francisco Ortego Vereda (1860)
El Chato de las Vistillas le decía al de Pozuelo: –No hay quien conozca cual yo el gran mundo madrileño. Tengo buenas relaciones y buenos conocimientos desde la Bombi hasta el Rastro y desde el Rastro al Estrecho. Conozco a los maleantes que van al Pardo al ojeo y a los que cazan con liga en el Cerro del Pimiento. Tengo amigos en las tascas, tabernas y merenderos que se extienden desde el Puente hasta el Pico del Pañuelo. Soy parroquiano efectivo del bodegón del Infierno, de la tasca de la Blasa y el café de Naranjeros. Ni la Ronda de Segovia, ni la Ronda de Toledo tienen para mí tapujos que no conozca de lleno. El juego de las tres cartas y otros juegos de embeleco son para mí el abecé del arte de los enredos. El centro de los Madriles ese también es mi centro; y la calle de la Aduana y la calle de Tudescos las conozco palmo a palmo y las tengo así en los dedos. Supongo que alguna vez habrá que ir a la Modelo; pero allí tengo también amigos de pelo en pecho y personas muy decentes, que son unos caballeros. Pío Baroja (Canciones del suburbio, 1944)