El poeta norteamericano Robert Frost dijo que comenzaba el día arreglando su cama y que mientras lo hacía, decidía qué tipo de día iba a tener.
Durante mi rutina matinal, tomo tiempo para deleitarme en los gozos que aparecen como resultado de mi actitud positiva.
Al lavarme la cara dejo ir los pensamientos ansiosos, permitiendo que el agua se los lleve. Mientras desayuno, reflexiono acerca de los alimentos que ingiero y cómo puedo sustentar a los demás mediante mis pensamientos, palabras y acciones. Al vestirme, me cubro con afirmaciones tales como: Soy una presencia que inspira paz y bondad. Cuando comience mis actividades, ya habré asentado una pauta positiva que infundirá fe a mi ser y mis experiencias.
Tú haces alegrar las salidas de la mañana y de la tarde.—Salmo 65:8
El filósofo Ralph Waldo Emerson una vez escribió acerca de “colocarse en medio del torrente de poder y sabiduría”. Al dirigirme a Dios en mí, puedo apreciar el orden divino que obra en mi vida. Al cooperar con el fluir divino, soy fuerte y sabio. No creo este torrente de poder —sencillamente participo en él con un corazón agradecido.
Cuando comienzo mi día, establezco orden enfocando mi atención en una Verdad espiritual fortalecedora. Al hablar e interactuar con los demás, soy positivo y útil. Si descubro ideas para crear un orden mayor en mi vida, las pongo en acción.
Luego, como Emerson predijo, soy “sin esfuerzo, impulsado hacia la verdad ... y a una satisfacción perfecta”. ¡Estoy en el fluir!
Los afluentes del río alegran la ciudad de Dios, el santuario donde habita el Altísimo.—Salmo 46:4
Fortalezco a mi familia gracias al poder del amor.
Tanto un pino majestuoso como un roble poderoso necesitan de lluvia, luz solar, aire y tierra para prosperar. De igual manera, el consuelo, la inspiración, las ideas y el apoyo que recibimos de los demás promueven nuestro desarrollo y crecimiento.
La familia es una parte vital de nuestro sistema de sustento espiritual. Hoy doy gracias por mis familiares y por todas las personas que son importantes para mí. Acepto nuestras semejanzas y diferencias. Fortalezco nuestro vínculo por medio de actos sencillos de bondad tales como una llamada telefónica o un mensaje escrito. Ya estemos cerca o lejos, bendigo a mis seres queridos con pensamientos y oraciones de gratitud por su presencia en mi vida.
Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.—Gálatas 5:22-23