A través de cada fase de mi viaje, permito que la vida se desenvuelva según el tiempo divino. Dondequiera que me encuentre, sé que estoy aquí por cita divina. Mi actitud positiva refleja mi certeza de que cada lugar y momento a lo largo del viaje son sagrados.
Si no veo inmediatamente lo sagrado o el orden divino en la situación que enfrento, recuerdo que tengo en mí todo lo que necesito para vencer cualquier reto. Mi fe en Dios me da la paciencia y el ímpetu que necesito para avanzar en mi viaje con facilidad y eficiencia. Ver la vida desde una conciencia más elevada me prepara para nuevos comienzos.
Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia.—Colosenses 3:12
A veces, puede que me preocupe o inquiete cuando pienso en lo que está pasando un ser querido, pero sé que gastar mi energía enfocándome en lo negativo no ayuda a mi ser querido ni es saludable para mí.
Encuentro que cuando me preocupo por alguien, lo mejor que puedo hacer es mantener mis pensamientos positivos y optimistas. Oro afirmativamente, sabiendo que mis pensamientos y palabras tienen gran poder.
Al mantener a otros en oración, veo en ellos lo que ellos puede que no vean en sí mismos. Los mantengo en la luz, sabiendo la verdad de que son divinos, llenos de potencial infinito. Afirmo: Eres sano y sagrado. Disfrutas de paz, sabiduría, amor y libertad. Oro con fe, sabiendo que cualquiera que sea el resultado, será para el mayor bien.
Los recuerdo siempre en mis oraciones.—Romanos 1:9
La oración y la meditación son beneficiosas para mi vida espiritual; también lo es jugar. Pasar tiempo en actividades recreativas aparta mi mente de las preocupaciones externas a medida que disfruto del momento presente. Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos” (Mateo 18:3).
Al poner en práctica mi inocencia y humildad, me libero del estrés y mi fe aumenta. Colorear, dar caminatas o cantar son maneras sencillas por medio de las cuales puedo jugar en mi vida adulta. En estos momentos estoy consciente del gozo y amor de la presencia divina expresándose en mí. La recreación es parte de mi práctica espiritual.
Así que, cualquiera que se humilla como este niño es el mayor en el reino de los cielos.—Mateo 18:4