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General: ¿QUÉ ES LA ARTROSIS?
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Ermitaño  (Mensaje original) Enviado: 08/06/2010 20:21

De: Ermitaño-  (Mensaje original) Enviado: 06/11/2005 12:39


¿QUÉ ES LA ARTROSIS?
La artrosis es una enfermedad que se puede localizar en las articulaciones de miembros superiores e inferiores y en la columna vertebral, siendo más frecuente una localización múltiple (poliartrosis).
La artrosis es una enfermedad capaz de producir dolor, pérdida de movilidad y deformación de las zonas afectadas, e incapacitar de forma muy importante, es la primera causa de incapacidad laboral permanente.
Los extremos óseos que componen una articulación están recubiertos de cartílago, que es un tejido firme y elástico que facilita el deslizamiento de esas superficies óseas, y reparte y amortigua las cargas físicas. La estabilidad de la articulación se asegura mediante la cápsula, que es una especie de saco cuya parte interna está recubierta de una fina capa llamada membrana sinovial. También influyen los músculos, que se insertan en la cápsula y en el hueso periarticular mediante tendones, y que refuerzan la estabilidad de la articulación.
La enfermedad artrósica se inicia en el cartílago articular, el cual es un tejido algo especial ya que carece de vasos sanguíneos y de nervios. El cartílago está compuesto de células, llamadas condrocitos, y de una especie de gel que baña a las células denominado matriz extracelular. Los condrocitos son los que forman y renuevan todas las estructuras del cartílago, y la matriz está constituida por unas grandes moléculas proteicas (los proteoglicanos), las cuales se mantienen fijas a una red de fibras colágenas que se disponen en forma de arco. Todos hemos tenido ocasión de ver el cartílago en la articulación de algún animal, con ese aspecto blanco, nacarado y brillante, lógicamente cuando está sano.
La artrosis se inicia cuando un cartílago es agredido por diferentes causas, y como consecuencia se reblandece, pierde resistencia, aparecen grietas y erosiones; ante esta situación, el hueso subcondral reacciona, se hace más denso, crece por los lados y origina los osteofitos (picos de loro) que pueden percibirse fácilmente en una radiografía. La membrana sinovial que se encuentra en la articulación se engrosa, aumenta de volumen y es capaz de producir un derrame de líquido sinovial.
Los condrocitos, las células que forman el cartílago, son las encargadas de mantener el equilibrio entre los procesos de degradación y regeneración del cartílago articular; son pocas pero sabias y con un protagonismo determinante en la aparición y progresión de la artrosis.
En la columna vertebral, los cambios artrósicos se inician en los discos intervertebrales, algo así como unas almohadillas situadas entre las vértebras con el fin de amortiguar la carga de la columna.
Cuando estos discos se degeneran, pierden volumen, elasticidad y contenido en agua, permitiendo la proximidad y el roce de las vértebras. Como consecuencia se produce el crecimiento del hueso, que forma los osteofitos, conocidos como «picos de loro».
La existencia de una artrosis no comporta obligatoriamente la presencia de dolor. En ocasiones, la radiografía de la articulación muestra la enfermedad, pero el paciente no aqueja ningún síntoma; esto es especialmente relevante en la columna vertebral.
Artrosis, por otro lado, no es lo mismo que reuma o reumatismo.
La artrosis es una verdadera enfermedad y no simplemente una manifestación del envejecimiento.
Las lesiones principales de la artrosis se localizan en el cartílago.
La artrosis no se cura, pero se puede controlar su evolución siempre que el paciente y el médico colaboren adecuadamente.

Hay factores de riesgo que son modificables y que se tienen que controlar:
- obesidad,
- sobrecarga laboral,
- anomalías constitucionales y
- la práctica del ejercicio y del deporte.
 El médico tiene que detectar las alteraciones de los miembros inferiores que condicionan la vida laboral o deportiva, explorar posibles desviaciones de columna con fines preventivos...
Pero  el paciente tiene:
- modificar una obesidad o un sobrepeso.
- modificar sus hábitos posturales, etc.

Existen tratamientos que mejoran los síntomas y los signos inflamatorios, y tratamientos antievolutivos que pueden frenar la progresión de la enfermedad.

¿PORQUÉ SE PRODUCE LA ARTROSIS?
En algunas familias existe lo que podríamos describir como una predisposición genética a padecer artrosis, debido a la posibilidad de transmitir en sus genes alteraciones que puedan dificultar la fabricación de un cartílago articular normal. En el caso concreto de la artrosis en los dedos de las manos, se ha detectado una anomalía genética específica que afecta especialmente a las mujeres. No obstante, y salvando la mencionada artrosis de los dedos, la herencia es únicamente uno más de los muchos factores que pueden influir en la aparición de la enfermedad.
La  artrosis se produce por la destrucción y pérdida de un tejido, que forma parte de la articulación, llamado «cartílago articular». En la artrosis, el cartílago se va agrietando y  erosionando progresivamente, con lo que pierde grosor, pudiendo incluso llegar a desaparecer por completo con el paso del tiempo. Con su desaparición se pierde la función de protección que posee el cartílago y quedan expuestos los extremos de los huesos que forman parte de una articulación, originándose lo que popularmente se conoce como «desgaste de la articulación» y el «rozamiento de hueso contra hueso».
Según se va produciendo la pérdida del cartílago, el hueso que se encuentra por debajo también se ve afectado. Ante esta situación el hueso lesionado responde haciéndose más duro y más denso.
También se forma nuevo hueso que crece por los bordes de la articulación, a modo de «picos de loro», que reciben el nombre de osteofitos. Además, la membrana sinovial (un tejido que recubre el interior de la articulación) se inflama y puede producir más líquido sinovial de lo normal (derrame articular); cuando esto sucede, la articulación con artrosis aparece hinchada.
La artrosis puede iniciarse debido a múltiples factores, conocidos como factores de riesgo, entre los que se incluyen factores genéticos, ambientales, metabólicos y traumáticos. Dependiendo de la articulación afectada, los factores de riesgo son distintos, y se puede diferenciar entre factores generales, como la edad, osteoporosis, herencia y sexo; y factores locales de una articulación, como traumatismos, alteraciones anatómicas y ocupación laboral del paciente.
Asimismo los factores de riesgo se pueden clasificar en función de si es o no posible actuar sobre ellos, reduciendo su presencia o incluso haciéndolos desaparecer.
Este último grupo de clasificación de los factores de riesgo es realmente importante porque supone un objetivo en todo tratamiento preventivo de la artrosis.
Determinados elementos de la dieta que favorecen la obesidad producen daño en el cartílago, en el hueso y en otras estructuras articulares.

Factores de riesgo asociados con la presencia de artrosis
1.- Obesidad. Son numerosos los estudios que demuestran la relación entre obesidad y artrosis de rodilla, de cadera y de manos.
 Existen al menos tres teorías:
a) El sobrepeso aumenta la presión realizada sobre una articulación, y esto puede provocar adelgazamiento y la ruptura del cartílago.
b) La obesidad actúa indirectamente induciendo cambios metabólicos, tales como la intolerancia a la glucosa, hiperlipidemia, que condicionan la degeneración del cartílago.
2. Ocupación y actividad profesional. El uso repetitivo y la sobrecarga mecánica a la que se someten algunas articulaciones en determinadas profesiones, predispone a la aparición de la artrosis. Se ha demostrado la asociación de la artrosis de rodilla con los trabajos que exigen prolongadas y repetidas flexiones de esta articulación.
En los mineros la artrosis de rodilla es seis veces mayor que en la población en general.
Los artesanos y profesionales que utilizan mucho las manos presentan artrosis en esa localización con mayor frecuencia.
3. Actividad física. Es necesario diferenciar entre actividad física intensa y actividad física moderada. En este sentido, no hay duda de que la actividad física intensa, que podemos definir como la que realizan los deportistas profesionales, es un factor de riesgo que favorece la aparición de artrosis. La afectación de los meniscos y ligamentos, y la continuación de la práctica deportiva tras sufrir alguna alteración en la articulación, predisponen a la enfermedad.
Por el contrario, la actividad física moderada -no profesionales- necesaria para un buen funcionamiento de una articulación, e incluso puede prevenir la aparición y retrasar la progresión de la artrosis.
4. Osteoporosis. Se ha postulado que una masa ósea reducida, como sucede en la osteoporosis, puede mejorar la capacidad ósea de absorción de los traumatismos del hueso, y proteger así el cartílago articular. En este sentido, no es frecuente que la artrosis y la osteoporosis estén presentes en el mismo paciente. Inversamente, un aumento de la dureza y densidad del hueso puede predisponer a la artrosis.
5. Género. La relación del género con la artrosis es clara después de la segunda mitad de la vida adulta, aunque se desconoce la explicación de esta diferencia. Hasta los 45 años, la artrosis de rodilla es rara y algo más frecuente en los hombres. Entre los 45 y los 55 años, la frecuencia es similar en ambos sexos pero, a partir de esa edad, la enfermedad afecta de modo significativo a las mujeres.
No sólo su incidencia es mayor en la población femenina, sino que también es más severa y afecta a un mayor número de articulaciones.
6. Edad. La edad es uno de los factores de riesgo que esta más estrechamente relacionado con la artrosis. Por este motivo la artrosis es considerada una enfermedad asociada al envejecimiento del aparato locomotor. El mecanismo que provoca la asociación entre el envejecimiento y la artrosis es poco conocido. Entre las posibles causas se incluyen cambios anatómicos de las articulaciones y alteraciones biomecánicas o bioquímicas en el cartílago articular, que comprometen las propiedades mecánicas del cartílago.
7. Menopausia. La frecuencia de la artrosis en la mujer experimenta un brusco aumento con la pérdida de las hormonas sexuales (menopausia). Sin embargo, no se ha podido demostrar que el uso de estrógenos tenga un papel protector en la artrosis de rodilla en la mujer.
8. Raza. Existen diferencias raciales en la frecuencia de la artrosis de cadera (los asiáticos tienen menos artrosis que la raza blanca), pero en otras artrosis, como la de rodilla, los resultados son similares en las diferentes etnias.
9. Genéticos. Actualmente se cree que la artrosis tiene un fuerte componente genético. Sin embargo, todavía se desconoce la naturaleza exacta de esta influencia genética. Parece ser que existen varios genes, a los que se les atribuye entre el 50 y el 60 % del riesgo de padecer la enfermedad.
10. Alimentación. La asociación entre artrosis y alimentación es un tema controvertido, aunque su relación está clara en la medida en que un exceso de alimentación también se asocia con obesidad. Sin embargo, en este apartado nos referiremos a la alimentación desde un punto de vista cualitativo. Por ejemplo, la vitamina C (naranjas) es un potente antioxidante y tiene efectos beneficiosos sobre el cartílago, por lo que puede tener efectos también beneficiosos sobre la artrosis. La vitamina D, además del efecto favorecedor en la detención de la osteoporosis, también puede frenar la progresión de la artrosis.
11. Alteraciones de la alineación de los ejes. Los trastornos de la alineación que pueda presentar una articulación afectan a la distribución de las cargas que actúan sobre ella y pueden, por lo tanto, influir en la aparición de la artrosis. El ejemplo más claro se presenta en la rodilla, donde las deformidades tipo genu varum (piernas en arco) son un claro factor de riesgo para padecer la artrosis de esta articulación.

Resumen: factores de riesgo asociados con presencia de artrosis de rodilla:
1. Factores no modificables
a. Genéticos
b. Sexo
c. Edad

2. Factores modificables
a. Obesidad
b. Ocupación y actividad laboral
c. Práctica de deporte profesional
d. Alteraciones de la alineación (genu varum, valgum)
e. Traumatismos previos sobre rodilla
f. Fuerza del cuadriceps
g. Osteoporosis (densidad mineral ósea)
h. Menopausia

Para recordar:
- La aparición de la artrosis se incrementa con la edad, y es más frecuente y más grave en el sexo femenino.
- Está ampliamente demostrada la relación entre la obesidad y la artrosis de rodilla, de cadera y de manos.
- El uso repetitivo y la sobrecarga mecánica a la que se someten algunas articulaciones en determinadas profesiones predispone a la aparición de la artrosis.
- La actividad física moderada -no profesional- no es un factor de riesgo asociado a la artrosis, e incluso puede prevenir su aparición y retrasar su progresión.

LAS PREGUNTAS DE LOS PACIENTES
¿Por qué tengo yo artrosis?
La artrosis puede ser iniciada por múltiples factores, conocidos como factores de riesgo responsables del padecimiento de esta enfermedad, entre los que se incluyen factores genéticos, ambientales, metabólicos y traumáticos. De todos estos factores la obesidad, la edad y los antecedentes de traumatismos sobre la articulación son los que más claramente incrementan el riesgo de padecer artrosis.

 ¿Es el deporte que hago el que me produce artrosis?
No es una cuestión sencilla de responder. Desde luego, hacer deporte es muy beneficioso, en general, para todo nuestro organismo. Sin embargo, el deporte profesional condiciona una actividad excesiva, con golpes y traumatismos sobre las articulaciones, que favorecen la aparición de artrosis. Determinados deportes, como el fútbol o el rugby, tienen mucho más riesgo que otros, como la vela o la natación. También influye el nivel al que se practique; en el deporte aficionado, los riesgos son mucho menores. Por otra parte, si la persona presenta ya algún factor de riesgo previo, como anormalidades o lesiones en las articulaciones, la aparición de artrosis en ellas, es mucho más probable.

Los consejos para aquellos, que padeciendo la enfermedad, quieran realizar algún tipo de deporte, serían:
Mantener una actividad física regular (incluyendo deportes no traumáticos) es incluso aconsejable en pacientes que ya tienen artrosis.
- La natación, el ciclismo, ciclostatic o el senderismo (bien calzado y sobre terreno blando) son los deportes más recomendados para los pacientes con artrosis.
- El deporte que agrave el dolor articular debe suprimirse.



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Ermitaño Enviado: 08/06/2010 20:22

De: Ermitaño-  (Mensaje original) Enviado: 06/11/2005 21:11
¿QUÉ SÍNTOMAS PRODUCE Y DÓNDE PUEDE APARECER LA ARTROSIS?

Síntomas generales de la artrosis
El síntoma que motiva la consulta médica es el dolor. Éste suele ser de tipo «mecánico», el cual se caracteriza porque empeora al mover o sobrecargar la articulación afectada y mejora con el reposo.
En fases más avanzadas de la enfermedad el dolor puede hacerse más rebelde y continuo, necesitando para su alivio de un tratamiento analgésico estable, no «a demanda». En algunos pacientes con artrosis, el dolor se incrementa cuando cambia el tiempo; los cambios en la presión atmosférica podrían ser detectados por los receptores de presión de la articulación enferma y originar dolor. Se ha discutido, y se sigue discutiendo mucho hoy día, sobre cuál es la fuente del dolor articular en la artrosis, ya que el cartílago articular, que es el órgano que primero enferma en la artrosis, no tiene nervios en su interior.
El dolor se acompaña con frecuencia de rigidez, que es la sensación de «entumecimiento» que aparece en las articulaciones al empezar a moverlas tras un período de reposo, y que mejora con la actividad. De manera característica, la rigidez matutina (al despertar) que se asocia a la artrosis suele durar menos de media hora.
La rigidez articular también aparece en la artritis, pero ésta es mucho más prolongada y puede durar varias horas.
De forma paulatina, dependiendo de determinados factores predisponentes, aparecen la limitación o incapacidad funcional determinada por una pérdida de la movilidad, la atrofia muscular, derivada del desuso, y la deformidad debida al engrosamiento de las partes óseas de la articulación.

Otro de los síntomas frecuentes y característicos son la inflamación de la articulación afectada, que suele cursar de forma intermitente (brotes) y los crujidos al mover la articulación.

Localización de la artrosis.
La artrosis puede afectar prácticamente a cualquier articulación del ser humano, pero las localizaciones más frecuentes de esta enfermedad son las manos, la columna, las rodillas, el primer dedo de los pies y las caderas. En otras articulaciones es más rara y debe obligar al médico a descartar alguna enfermedad primaria que la motive, puesto que la artrosis puede ser una manifestación secundaria de otra enfermedad.

Artrosis de las manos.
Las manos son la localización más frecuente de la artrosis. Dentro de ellas, afecta preferentemente a las articulaciones interfalángicas distales, la base del pulgar (artrosis trapeciometacarpiana denominada también rizartrosis) y a las interfalángicas proximales. Afecta cuatro veces más a mujeres que a hombres y tiene un marcado carácter hereditario, por lo que suele aparecer a edad temprana, incluso antes de los 40 años.
La artrosis de interfalángicas distales y proximales suele producir dolor, inflamación y rigidez al principio de la enfermedad. En un tiempo variable, de unos meses a varios años, el crecimiento óseo provoca las deformidades nodulares características denominadas nódulos de Heberden, cuando afectan a las distales, y de Bouchard, cuando afectan a las proximales. En este punto, el dolor a menudo desaparece. Estas deformidades es raro que conlleven una pérdida funcional significativa, aunque haya ciertos movimientos «finos» que no puedan realizarse normalmente.
La rizartrosis o artrosis trapeciometacarpiana o de la base del pulgar afecta al movimiento de pinza, y el dolor que produce suele ser más persistente que el de las interfalángicas.

Artrosis de rodilla.
De las articulaciones periféricas, la rodilla es la segunda localización más frecuente de la artrosis. Predomina en las mujeres, suele ser bilateral y está claramente relacionada con el sobrepeso y la obesidad. Al ser la rodilla una articulación básica en el soporte del peso corporal, su afectación progresiva condiciona la autonomía y la movilidad del paciente.
El dolor suele aparecer al caminar, subir o bajar escaleras o al agacharse. Cuando existe inflamación, el exceso de líquido articular puede desplazarse a la zona posterior de la rodilla (hueco poplíteo, comúnmente denominado «corva» por los pacientes) formando lo que se denomina un «quiste de Baker». Si este quiste es suficientemente grande, la tensión puede hacer que se rompa desplazándose el líquido hacia abajo, a lo largo de la pierna, produciendo un edema. En ocasiones, esto provoca un brusco dolor que, con el edema, puede ser confundido con una trombosis venosa.
Las deformidades que provoca la artrosis en las rodillas pueden dar lugar a un genu varo (rodillas en paréntesis) o genu valgo (rodillas en X). Se puede producir también una pérdida de la extensión completa de la rodilla así como la imposibilidad de flexionarla adecuadamente. En ocasiones, la presencia de fragmentos óseos (cuerpos libres intraarticulares) produce el bloqueo de la rodilla por lo que el paciente, súbitamente, nota la imposibilidad de flexionarla o extenderla durante unos minutos.

Artrosis de cadera
Al tratarse de otra articulación de carga fundamental, su afección también condiciona la vida del paciente. Se relaciona claramente con factores profesionales, como el trabajo agrícola o ganadero. También aparece con frecuencia de forma secundaria a otras enfermedades, a veces congénitas, como la displasia de cadera.
El dolor aparece en la zona inguinal o en los glúteos, y se puede irradiar por el muslo hasta la rodilla. Con frecuencia se confunde con una lumbalgia y sólo la exploración detallada del paciente por el médico ayudará a establecer el diagnóstico y a evitar pruebas inútiles. El dolor y la pérdida de la movilidad de la cadera producen incapacidad funcional, de manera que los enfermos suelen tener dificultades para ponerse los calcetines, las medias o atarse los cordones de los zapatos.

Artrosis de los pies
Aunque la artrosis puede afectar a cualquier articulación de los pies, la más característica es la afectación de la primera metatarsofalángica (base del dedo gordo). El sobrepeso o el uso de zapatos de tacón alto son factores predisponentes. La artrosis de esta articulación puede producir la desviación de la misma hacia la parte interna del pie (hallux valgus o «juanete») que, a su vez, provoca en el segundo dedo una deformidad «en martillo» la cual, al rozar en su cara superior con el zapato, derivará en una callosidad.
En el dedo gordo, la artrosis puede producir asimismo un hallux rigidus que se caracteriza por la pérdida de movilidad de la articulación, trastornos de la estática del pie y aparición de callosidades y dolor por sobrecarga en otros dedos.

Artrosis en otras localizaciones
A pesar de que la artrosis puede afectar a cualquier articulación periférica, su aparición en otras localizaciones de las anteriormente señaladas es más rara y obliga a descartar enfermedades primarias asociadas a ella. Algunas actividades laborales condicionan la aparición de artrosis en ciertas articulaciones. Por ejemplo, los trabajos manuales pesados se relacionan con la artrosis de hombro y codo (mineros, carpinteros, descargadores, limpiadores, etc.). Las fracturas previas, si han causado un mal alineamiento óseo con deformidad, pueden condicionar la aparición de artrosis de la articulación vecina. Esto puede ocurrir en el tobillo con las fracturas de tibia, por ejemplo. También determinadas enfermedades de tipo metabólico, como la condrocalcinosis o la hemocromatosis, pueden producir degeneración articular.

Artrosis de la columna vertebral.
La artrosis afecta con frecuencia a distintas estructuras de la columna vertebral. Como en otras localizaciones, los cambios radiológicos incipientes de la enfermedad pueden detectarse incluso antes de los 40 años y, a menudo, puede que no produzcan ningún síntoma. Otras veces mínimos cambios degenerativos ocasionan intensos síntomas, dependiendo del compromiso de estructuras que se produzca.
La afectación es más frecuente en las zonas de mayor movilidad de la columna: zonas medias y bajas de la columna cervical, zonas medias de la columna dorsal y últimas vértebras lumbares.
Los síntomas son los comunes, ya mencionados. Además, la artrosis de la columna es responsable de frecuentes contracturas de los músculos adyacentes a las vértebras, por lo que el enfermo nota exacerbaciones de intenso dolor y sensación de presión en el grupo muscular afectado.
Las deformidades producidas por la artrosis de columna pueden producir la compresión de las raíces nerviosas que salen de la médula hacia los miembros, a través de agujeros situados en las vértebras, produciendo una ciática (en la columna lumbar) o una neuralgia cervicobraquial (en la columna cervical). Éstas causan dolor intenso y quemante, con hormigueos o calambres en los miembros y que, en fases muy avanzadas, puede comprometer funciones neurológicas como la fuerza y los reflejos. La artrosis también puede comprimir la médula espinal, alteración grave que exige una descompresión quirúrgica.

Con frecuencia, síntomas comunes como el mareo y el vértigo son atribuidos, por médicos no experimentados en reumatología, a la artrosis cervical. Sin embargo, desde un punto de vista riguroso, es bastante raro que la artrosis cervical pueda producir estos síntomas.

Para recordar:
- El síntoma que motiva la consulta médica en la artrosis es el dolor de tipo «mecánico».
- Las localizaciones más frecuentes de esta enfermedad son las manos, la columna, las rodillas, el primer dedo de los pies y las caderas.
- La artrosis de rodilla y cadera pueden condicionar una pérdida importante de la movilidad y de la autonomía de los pacientes.
- Contrariamente a lo que se piensa, el mareo no es un síntoma frecuente de la artrosis cervical.

LAS PREGUNTAS DE LOS PACIENTES
¿Por qué me comenzó la artrosis después dé la menopausia?
Dada la conocida relación de la artrosis con el sexo femenino se ha investigado mucho la posible influencia de las hormonas sexuales y las enfermedades ginecológicas en la aparición de esta enfermedad. Sin embargo, nunca se ha podido confirmar fehacientemente esta relación. Ni la menopausia incrementa el riesgo de artrosis, ni la terapia hormonal sustitutiva (estrógenos con o sin progesterona) parece proteger de ella. Como se ha comentado en el texto, los síntomas de la artrosis pueden aparecer alrededor de la cuarta o quinta década de la vida, incluso antes. Por otro lado, el trastorno hormonal repentino que se produce en la menopausia en estas mismas edades cursa con una sintomatología, a menudo muy profusa, entre la que se incluyen los sofocos, sudores y dolores de origen muscular. Si estos síntomas son severos y persiste el dolor, el estudio del mismo para descartar otros procesos hará que con frecuencia se encuentren signos radiológicos degenerativos en las articulaciones estudiadas, ya presentes anteriormente y que no producían aún síntomas. Por lo tanto, la aparición de dolor muscular en la menopausia es un síntoma frecuente de ésta y que no tiene, en muchos casos, relación con la artrosis.

¿Puedo tener artrosis y osteoporosis al mismo tiempo?
Al ser ambas dos enfermedades frecuentes, sí pueden coincidir.
No obstante, hay tipos de artrosis (rodilla, cadera) que se asocian a factores de riesgo, como la obesidad, la cual es un factor que favorece el incremento de masa ósea, proceso contrario al que ocurre en la osteoporosis. Por lo tanto, en dichas articulaciones, artrosis y osteoporosis no suelen aparecer juntas.

¿La artrosis es una enfermedad de viejos?
Aunque la degeneración del cartílago articular se relaciona con la edad y, en muchos casos, se considera un evento inevitable en el transcurso de la vida del ser humano, a lo largo del texto se ha hecho énfasis en una idea: la artrosis puede aparecer también en gente joven. Por ejemplo, la artrosis de manos, con marcado carácter hereditario, suele dar síntomas antes de los 50 años. En el estudio epidemiológico realizado en España en el año 2000 por la Sociedad Española de Reumatología -estudio EPISER- en el que se analizó, entre otras patologías, la frecuencia de la artrosis sintomática de rodilla y de manos, se llega a la conclusión de que la artrosis no es una enfermedad exclusivamente de viejos.

Frecuencia de aparición de la artrosis sintomática de rodilla y de manos en la población adulta española encontrada en el estudio EPISER, realizado por la Sociedad Española de Reumatología en el año 2000
Edad           Artrosis de rodilla    Artrosis de manos
20-29                 0,4 %                      -----          
30-39                 0,7 %                     -----  
40-49                 3,5 %                     1,1 %
50-59                 9,8 %                     6,7 %  
60-69               28,1 %                   15,3 %
70-79               33,7 %                   23,9 %  
>80                   21,3 %                  17,3 %

GENERAL        10,2 %                    6,2 %

De: Ermitaño-  (Mensaje original) Enviado: 08/11/2005 18:00
- La artrosis no es una enfermedad terminal de la articulación sino que está en permanente actividad metabólica y, portanto, susceptible de ser modificada por los tratamientos.
- Si los analgésicos simples no controlan la enfermedad se debe recurrir al uso de antiinflamatorios no esteroideos, coxib o analgésicos opiáceos.
- La terapéutica intraarticular puede realizarse como infiltraciones de corticoides o de ácido hialurónico.
- Existen nuevos medicamentos, llamados antievolutivos, que, además de mejorar el dolor, pueden evitar la progresión de la enfermedad.

¿Existen formas de tratar la artrosis que no sean medicamentos?
Sí.
Existen múltiples formas de tratar la artrosis, sin necesidad de recurrir a los medicamentos. No obstante, lo habitual es combinar los fármacos con los tratamientos de tipo fisoterapéticos y posturales y hábitos.
Los objetivos de los tratamientos no farmacológicos son los mismos que los farmacológicos: aliviar el dolor, reducir la rigidez articular, evitar la progresión del daño y aumentar la calidad de vida de los pacientes.
En primer lugar, tenemos que conocer las medidas posturales que, simplemente, son formas útiles de proteger las articulaciones.
Se debe dormir en cama plana, sentarse en sillas con respaldo recto apoyando bien la espalda, evitar los sofás muy hundidos, y no permanecer excesivo tiempo de pie sin tomarse algún descanso.
Si tiene usted obesidad o sobrepeso es importante conseguir una reducción del peso corporal. La obesidad tiene una probada relación especialmente con la artrosis de rodilla, pero no exclusivamente. Por tanto, adelgazar no sólo es una buena forma de prevenir la aparición de la enfermedad, sino que también es capaz de mejorar el dolor y la capacidad funcional en los pacientes que ya tienen la enfermedad. La mejor forma de reducir peso es mediante una dieta hipocalórica adaptada a sus necesidades. Consulte con su médico, qué tipo de dieta es la adecuada para usted.
Se ha comentado en determinados círculos médicos que las vitaminas C y D, el aceite de pescado o ciertos elementos químicos como el cinc o el cobre, serían beneficiosos para la artrosis, pero los datos actuales son aún insuficientes para afirmado.
El ejercicio es una forma de terapia extraordinariamente valiosa en el tratamiento de la enfermedad artrósica, pero debe ser consultado con el médico ya que no son recomendables los ejercicios extenuantes que pueden empeorar el dolor y hacer progresar la enfermedad. El ejercicio moderado evita la atrofia de los músculos que, a causa de la enfermedad, dejan de usarse normalmente y permite mantener la movilidad de la articulación artrósica. También mejora el dolor e impide que gane peso a consecuencia del sedentarismo que puede imponer la enfermedad.

De forma general, hay tres tipos distintos de ejercicio:

- Ejercicios que mejoran el movimiento articular:
Mantienen la flexibilidad y se realizan siguiendo todo el arco de movilidad de la articulación.
- Ejercicios que refuerzan la musculatura:
Los músculos protegen y apoyan las articulaciones y es preciso evitar que se atrofien.
Cuando los músculos pierden su fuerza, las articulaciones se vuelven inestables y es más difícil caminar o subir escaleras.
En los pacientes con artrosis de rodilla es especialmente importante que se realicen diariamente los ejercicios de potenciación del cuádriceps, el músculo que forma la cara anterior del muslo.

- Ejercicios aeróbicos:
Significa que son ejercicios que aumentan la frecuencia cardíaca y aceleran el metabolismo, con lo que consumen calorías.
Un buen ejercicio aeróbico, para los pacientes con artrosis, es nadar o hacer bicicleta, aunque el más empleado por los enfermos es caminar. Recuerde que para caminar deben evitarse los terrenos irregulares y las escaleras o pendientes. Siempre es necesario hacer un «calentamiento» muscular previamente, y la pauta ideal es realizar el ejercicio aeróbico durante unos 30 minutos, dos o tres veces por semana. Consulte a su médico si padece hipertensión arterial o problemas cardíacos.
Aunque pueda parecer contradictorio con lo anterior, también el reposo tiene su sitio en el tratamiento de esta enfermedad. En general, es positivo intercalar pequeños períodos de reposo durante las fases de actividad de la vida diaria.
Durante los períodos inflamatorios que a veces tiene la enfermedad, en los que la articulación se hincha y el dolor se agudiza, lo mejor es realizar un reposo relativo y descargar la articulación de todo tipo de trabajo.

La termoterapia es la aplicación de calor o frío sobre las articulaciones. El calor se puede aplicar en el propio domicilio con esterillas eléctricas que producen un aumento superficial de la temperatura sobre la piel y el tejido celular subcutáneo. En general, alivian el dolor en la artrosis ya que ejercen una acción relajante sobre la musculatura local. El frío se puede aplicar mediante bolsas de hielo o baños fríos, y en la artrosis está indicado cuando la articulación sufre un brote inflamatorio.

La hidroterapia se realiza fundamentalmente en los servicios de rehabilitación y en los balnearios. Consiste en realizar los ejercicios, que mencionamos previamente, en una piscina de agua caliente. El agua permite reducir la gravedad y realizar los movimientos de forma más fácil; el calor disminuye el dolor y favorece la relajación de los músculos.

Las ortesis (ortopédicos) son todos aquellos dispositivos que sirven para corregir las deformidades que pueden presentar las articulaciones. Los más útiles en la artrosis son los bastones de los que hablaremos posteriormente, y las plantillas de descarga. Estas últimas, en las plantas de los pies o en los talones, al absorber los impactos sobre el suelo, son muy beneficiosas en las artrosis de pies, rodillas y caderas, y en muchos casos, mejoran muy rápidamente el dolor.

También sirven unas plantillas adecuadamente ajustadas (en un servicio de rehabilitación o en una ortopedia) cuando una rodilla artrósica está deformada y angulada, tanto en varo (pierna en paréntesis) como en valgo (pierna en X).
En los casos avanzados de artrosis de rodilla, en los que existe una inestabilidad de los ligamentos, y la rodilla «falla» al intentar caminar, se puede aliviar este problema con ortesis especiales.

En la artrosis cervical y lumbar, se utilizan tracciones cuando se comprime alguna raíz nerviosa.
Si usted tiene dificultades con las actividades de su vida diaria, tales como vestirse, cocinar, lavar o limpiar... entonces puede serIe de utilidad realizar un tratamiento de terapia ocupacional, en la que se enseña cuáles son los dispositivos útiles para ayudarle en sus tareas y dónde puede adquirirlos.

Las terapias alternativas son frecuentemente empleadas por las personas que padecen artrosis. Existen muy diversos tipos de estas terapias, tales como acupuntura, aromaterapia, quiropraxis, masaje... pero es importante saber que, en ningún caso, son capaces de curar la artrosis. Pueden ser usadas conjuntamente con el tratamiento convencional.
Las terapias alternativas no son cubiertas por el Sistema Nacional de Salud y, en muchos casos, conllevan un gasto económico importante.
El alivio del dolor de la artrosis se efectúa, en la mayor parte de los casos, mediante medicamentos analgésicos o antiinflamatorios. Sin embargo, existen tratamientos no medicamentosos que pueden sustituir o complementar a los anteriores.
Por ejemplo:
- Electroterapia: se trata de producir efectos terapéuticos, generalmente alivio del dolor y de la contractura muscular, mediante el uso de estímulos eléctricos. Las más empleadas son la onda corta y las microondas, aunque existe mucha variabilidad en su uso.
- Ultrasonidos: el efecto terapéutico (micromasaje celular y efecto térmico) se consigue mediante la aplicación de vibraciones sonoras de frecuencia superior a 20.000 Hz.
- Magnetoterapia: es una técnica terapéutica consistente en aplicar campos magnéticos fijos o variables sobre una zona del cuerpo aquejada de una disfunción o traumatismo.
- Laserterapia: la aplicación de la tecnología láser para el tratamiento analgésico de la artrosis no tiene actualmente muchas bases científicas ni tampoco resultados especialmente favorables.
- Estimulación neuromuscular eléctrica transcutdnea (TENS): se trata de un dispositivo provisto de un pequeño generador y unos electrodos que se colocan en la zona dolorosa, y que emite una corriente eléctrica de alta frecuencia, pero de baja intensidad, que bloquea la transmisión del dolor. Su capacidad analgésica ha sido demostrada en el tratamiento de la artrosis después de 4 semanas de uso.

Los objetivos de los tratamientos no farmacológicos son aliviar el dolor, reducir la rigidez articular y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
En muchos casos, estos tratamientos actúan sobre los estilos de vida del enfermo: medidas posturales, reducción del peso corporal y ejercicios.
El dolor puede aliviarse con plantillas de descarga, hidroterapia y uso adecuado del calor y el frío.

Las terapias alternativas no curan la enfermedad y, a menudo, conllevan un gasto económico muy importante.
No olvidemos aquí los efectos beneficiosos siempre de la psicoterapia junto con la información correcta y comprensible para el paciente... y de que muchas veces la medicina alternativa lo que realmente consige es por el efecto psicoterapéutico por el modo con que se aplica.
- Aunque la artrosis es una enfermedad de tratamiento habitualmente conservador, en ocasiones puede requerir cirugía.
- La cirugía de la artrosis es siempre una decisión consensuada entre el paciente y su médico.

Las prótesis articulares son uno de los avances más importantes de la cirugía ortopédica.
La prótesis articular está indicada en la artrosis cuando exista una gran destrucción del cartílago que no mejora con otros tratamientos.
Para que exista evidencia científica de que un tratamiento es útil, es necesario que dicho tratamiento haya sido científicamente investigado, cosa que no se hace sistemáticamente con todas las terapéuticas disponibles.  

De: Ermitaño-  (Mensaje original) Enviado: 08/11/2005 17:29
¿CÓMO PUEDO MEJORAR LA ENFERMEDAD Y EVITAR QUE PROGRESE?
Como en otras muchas enfermedades, el tratamiento actual de la artrosis está lejos de poder ser considerado curativo. No obstante, cada vez es más evidente que la intervención temprana y los tratamientos preventivos son de capital importancia para la evolución posterior de la enfermedad.
La artrosis, una vez instaurada, afecta a los pacientes de formas distintas, de tal manera que no hay un patrón general de evolución para ninguna articulación. En algunas personas la enfermedad se desarrolla más rápidamente o los síntomas son más graves que en otras. Las lesiones que se producen en el cartílago no se regeneran, pero la evolución (a lo largo de muchos años) no se produce de forma continua sino intermitente, alternándose fases de progresión con otras de remisión. La periodicidad de estas crisis es impredecible. Por todos estos motivos, el tratamiento de la artrosis debe ser individualizado y ajustarse a las articulaciones afectadas.

Mejorar una articulación artrósica implica realizar un correcto tratamiento. Como norma general, los objetivos del tratamiento de la artrosis son:
1) Controlar los síntomas, es decir, el dolor.
2) Mantener la función de la articulación.
3) Reducir al máximo su progresión.

De acuerdo con estos principios, el tratamiento de la artrosis se puede clasificar en dos grandes grupos terapéuticos:
a) Tratamientos que reduzcan el dolor, principal síntoma de la artrosis, y que puede ser realizado con medicamentos o sin ellos. Este tratamiento dirigido únicamente a combatir los síntomas, a pesar de lo que puedan creer algunos, es también muy importante y de gran utilidad.
b) Tratamiento con fármacos que retrasan la progresión de la enfermedad, y que son capaces de frenar la destrucción del cartílago articular.

De: Mixinagateta Enviado: 25/03/2006 12:13
Hola: ¿Y la cirugía?.
Barrufeta

De: Ermitaño- Enviado: 25/03/2006 12:57
La cirugía para restablecer lo que la artrosis ha destruido no vale.
Pero la cirugía es el último y único tratamiento que puede restablecer la función mediante prótesis, reconstrucción o sustitución de lo lesionado por otros medios ...
Y este no es mi tema, lo dejo a los expertos ...


 
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