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General: Vacunas, alimentación y sectas pseudomedicas
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Ermitaño  (Mensaje original) Enviado: 26/11/2010 14:36

 He leído con detenimiento lo publicado hoy en El País (página 35). Es interesante leerla para enterarse de cómo surgen esas modas de las pseudomedicinas y antivacunas y modas alimentarias como las vegetarianas. En primer lugar diré que, desde siempre, desde que existe la vida sobre la Tierra, los seres vivos han luchado contra las enfermedades que unos producen a los otros. Muchos vegetales han creado 'resistencias' como defensas contra los parásitos. Por ejemplo, unas acacias en África, tan pronto empiezan las cebras a comer sus hojas, envían a las mismas un como veneno y que, además, se expande por el aire como avisando a las otras acacias del entorno, por ello las jirafas, al pasar unos minutos, abandonan la zona y se van a otros lugares en donde las acacias no hayan sido 'avisadas'.

Y en los humanos, por ejemplo los resfriados... tenemos catalogados como 400 virus que producen resfriados y durante toda la vida de una persona, va pasando uno detrás de otro hasta 'padecer' esos 400 virus. Y cada vez que, sobre todo los niños en las guardería y escuelas de primaria, sufren uno suelen quedar inmunizados, en su mayoría, y ya no vuelven a padecer el mismo.

Los resfriados son enfermedades generalmente leves si el paciente tiene las defensas normales... pero no ocurre lo mismo con otras enfermedades, producidas por virus y que no tienen tratamiento, como la viruela, rabia, la rubéola, las paperas, etc. y el sarampión (de lo que trata el artículo publicado en El País).

Todas estas infecciones que pueden dejar muchas secuelas y/o complicaciones graves tienen su respectiva vacuna que se administra gratuitamente (yo fui el encargado de controlar la vacunación durante unos 20 años en la ciudad donde vivo) y por profesionales bien formados y controlados.... y no he tenido ningún caso de complicaciones después de su administración, en 20 años.

Recuerdo que, hace unos 15 años? hubo en A Fonsagrada (Lugo), una villa en la que, por su aislamiento entre montañas, no habían tenido ningún sarampión en muchos años?, por lo tanto nadie estaba 'inmunizado' naturalmente, no existía vacuna contra el sarampión... y se contagió uno fuera de la población y trajo el sarampión a la villa... y, lógicamente, se contagiaron todos los siete mil habitantes de la villa... ¡fue algo terrible... el pueblo 'paralizado', la agricultura paralizada y comercios, etc. etc. y muchas complicaciones y, al final, siete muertos!

 

Por lo tanto digo:

Los antivacuna son un grupo de sectarios insolidarios y hasta 'perversos' en el sentido de que, mas que los mormones, ponen en peligro la vida de sus hijos y familiares, e incluso, la de sus convecinos y la de toda la sociedad que les permite vivir 'entre ellos'.

Además, son 'ignorantes' de la ciencia y hasta la 'odian'....

 

Si digo todo esto es porque la sociedad debe de ser 'activa' en contra de esta clase de 'perversión' vital.

¡Qué se vayan a vivir fuera de la sociedad actual... a la montaña, como 'ermitaños'... !

Pero lo peor aún es que 'manejan' a su antojo a sus hijos y no entienden que los hijos que han traído al Mundo, no son sus hijos, son hijos de la Naturaleza, con sus derechos sociales como todos los demás... y no se les puede privar de los 'beneficios' de vivir en sociedad, de la cultura, de la información, de la protección... y de la prevención.

¡Estas cosas me 'indignan'... tantos 'científicos' tratando, entregándose a 'aliviar' los padecimientos y privaciones de los seres humanos... para que unos cuantos "irracionales, ignorantes, antisistema, tercos, fanáticos... o tarados, vengan a 'comprometer la 'vida saludable' de las comunidades.

No es sana la alimentación vegetariana exclusiva... lo que es sano es comer de todo; ser omnívoro, proviene de los vocablos latinos:, que significa todo, y "vorare", devorar. Es el nombre que se les da a los seres que se nutren de toda clase de alimentos, porque sus preferencias alimenticias son muy variadas y disfrutan tanto de productos de origen animal como vegetal. Esto constituye una gran ventaja, ya que pueden sobrevivir en cualquier medio, lo que no ocurre con los animales muy especializados en su alimentación, que corren el riesgo de extinguirse cuando no pueden hallar el único tipo de comida que sus organismos aceptan. Además del hombre, los únicos animales omnívoros por naturaleza son el cerdo y el oso.

Saludos... y dice El País por boca de Valme Cortés:

 

¿Se puede obligar a unos padres a vacunar a su hijo?

Un juez de Gra­nada ha considerado que sí. El ti­tular del Juzgado de lo Contencio­so Administrativo 5 de la capital autorizó ayer la vacunación forzo­sa contra el sarampión de 35 ni­ños cuyos padres habían ignorado los requerimientos de la Junta de Andalucía para que les inmuni­zasen contra esta enfermedad: La medida, sin precedentes en España, pretende servir para frenar la expansión de un brote de sarampión detectado a principios de oc­tubre y que ayer ya afectaba a 46 personas: ocho adultos y 38 meno­res (14 han requerido atención hospitalaria y tres siguen ingresa­dos). Ninguno estaba vacunado.

Los niños a los que el juez obli­ga a inmunizar son alumnos del colegio público de Infantil y Pri­maria Gómez Moreno, en el ba­rrio del Albaicín, donde se inició el brote. Cuando la enfermedad empezó a extenderse, la Conseje­ría de Salud pidió hasta tres veces por carta a los padres de los niños no vacunados de la llamada triple vírica (sarampión, rubéola y paro­tiditis) que les vacunaran. A los 79 que no contestaron les envia­ron un burofax. Las familias de 30 niños hicieron caso omiso de la petición de la Junta para que presentasen la cartilla de vacuna­ción y las de otros cinco contesta­ron que no iban a inmunizarles. A esos 35 menores es a los que el juez ha impuesto la vacunación  forzosa.

Tras conocer la resolución ju­dicial, la Consejería andaluza de Salud dio ayer de plazo hasta el próximo martes para que los ni­ños sean vacunados. La Junta se pondrá en contacto con ellos y se ofrecerá a administrarles la inyec­ción en casa, el colegio o en el centro de salud que prefieran. "Queremos darles todas las facili­dades", explicó la consejera de Sa­lud, María Jesús Montero. Si el martes todavía hay algunos que no han respondido, la Junta volve­rá á llevar el caso al juez. Con todo, los padres tienen 15 días pa­ra recurrir la resolución de ayer, lo que dilataría los plazos marca­dos por Salud, aunque en la Con­sejería apuntan a que el fallo es "ejecutivo" por lo que harán todo lo que esté en su mano para que se cumpla ya y si luego la justicia da la razón a los padres que ha­yan recurrido, se les indemniza­rá. El juez ha facultado a la Junta a contar, "si fuere necesario", con la ayuda de la policía para admi­nistrar las vacunas. La vacunación es voluntaria en España, como en la mayoría de los países europeos. ¿Cómo puede entonces autorizarse la va­cunación forzosa? Lo que Andalu­cía planteó al juez fue una con­frontación de derechos: el de los padres a no inmunizar a sus hijos y el colectivo "de defensa de la salud pública", según lo definió ayer la consejera de Salud. Uno de los argumentos de las autoridades es que el sarampión está empezando a cebarse con dos secto­res de la población indefensos an­te la enfermedad: personas de en­tre 25 y 40 años que no la sufrieron en su infancia (ya se registra­ban menos casos que en décadas anteriores), pero tampoco están inmunizados porque no existía vacuna; y, sobre todo, niños meno­res de 15 meses, la edad a la que ahora se administra la primera dosis de la triple vírica. De los 46 casos registrados hasta ayer en Granada, 17 son bebés. Para inten­tar frenar los contagios en esta franja de edad, la Junta ha adelantado de forma excepcional la va­cunación a todos los niños de más de seis meses. Pero conside­ra que la epidemia "solo podrá ser controlada si se vacuna a la práctica totalidad de niños sus­ceptibles al sarampión que hay ac­tualmente en el barrio y, en espe­cial, en el Colegio Público Gómez Moreno", según explicó en la in­formación remitida al juzgado.

La ley de medidas especiales en materia de salud pública, de 1986, permite, cuando "así lo exi­jan razones sanitarias de urgen­cia o necesidad" y "con el fin de controlar las enfermedades trans­misibles", que las autoridades sa­nitarias adopten las medidas oportunas "para el control de en­fermos, de las personas que estén o hayan estado en contacto con los mismos y del medio ambiente inmediato". Es lo que Sanidad se había planteado hacer, por ejem­plo, si la gripe A hubiera sido muy virulenta.

Es precisamente en esta ley del 1986 en la que se basa el juez de Granada para obligar a inmu­nizar a los menores. El juez ha entendido que la medida es "idó­nea y necesaria" sin que suponga para los padres antivacunas un "sacrificio desmedido". Su resolu­ción confronta los posibles efec­tos secundarios de la vacuna (un 10% de casos de malestar general y fiebre durante uno o dos días) con los del sarampión (entre un 5% y un 15% de casos en los que surgen complicaciones que au­mentan en niños mal nutridos y adultos con inmunodeficiencias y que en uno de cada 1.000 enfer­mos causa la muerte) y concluye que el daño que puede causar la enfermedad justifica la vacuna­ción forzosa.

"El auto establece una medida excepcional ante una situación que considera grave. Cree propor­cionada la vacunación forzosa porque además se trata de meno­res", explica Eduardo Asensi, abo­gado especializado en Derecho Sa­nitario de Asjusa Letramed. "Es una sentencia fundamentada jurí­dicamente por motivos de salud pública y muy coherente", añade. El único problema, y al que los padres pueden agarrarse para recurrir la sentencia, es que las au­toridades sanitarias no han decre­tado oficialmente aún una situa­ción de emergencia en este caso.

Desde que a mediados de los ochenta se incluyó la triple vírica ­en el calendario de vacunación, la incidencia de la enfermedad ha caído en picado. En 1986 hubo en Andalucía 1.007 casos por cada 100.000 habitantes; el año pasa­do, 24 en toda la comunidad. Sin embargo, cada año se registran uno o varios brotes en España. Este año, antes del de Granada ha habido uno en Murcia con 114 afectados. En 2009, coincidieron 11 casos en Cataluña, además de alguno aislado en otras comuni­dades;  y en 2008, hubo acumula­ción en Andalucía, Cataluña, Ma­drid, y la Comunidad Valenciana.

Pero José María Mayoral, jefe del servicio de Epidemiología de la Consejería andaluza de Salud, admite que es la primera vez que se encuentra con una circunstan­cia como la de Granada: decenas de padres que se niegan a vacu­nar a sus hijos. "Lo normal es que te digan que se les ha pasado la fecha, que no se han acordado. Pero esta es una decisión cons­ciente", explica.

El colegio donde se originó el brote está ubicado a unos metros del mirador de San Nicolás, en pleno corazón del Albaicín. El ba­rrio histórico, que se ha ido despo­blando en las últimas décadas no vive con intensidad esta polémica que sí genera controversia en el centro, entre los docentes y los padres. "Hay un problema por­que las opiniones son contradicto­rias entre conocidos; compañe­ros e incluso amigos", explicaba ayer a la salida del centro un pro­fesor y padre que prefiere mante­ner el anonimato.

Lo que se cuestionan los impli­cados es si debe ser cada progeni­tor el que decida por su vástago o puede hacerlo la Administración por ellos. Tasnim Pinart acudió ayer al mediodía con su hijo de año y medio a recoger al herma­no mayor, de tres. "Los dos aca­ban de pasar el sarampión". No estaban vacunados. "Ni mi madre nos vacunó, ni yo lo he hecho y mi familia está sana. Han pasado el sarampión sin problema, aho­ra están perfectamente, les ha sentado bien", afirma. No se opo­ne a todas las vacunas y, de hecho, ahora se replantea algunas pero cree, como la mayoría de pa­dres que se han negado en este caso, que con una vida y alimenta­ción saludables no son necesa­rias.

No opina lo mismo la madre de otro bebé que no se atreve a pasear por las inmediaciones del colegio por temor a que el niño se contagie. La ideología pero, sobre todo, la opción de acogerse a mé­todos naturales para proteger el sistema' inmunológico son las principales razones que aducen los padres que hasta ahora se han opuesto.

En España aún no han cuaja­do las corrientes antivacunas que sí tienen auge en otros países co­mo Estados Unidos, donde el mo­vimiento contrario a las inmuni­zaciones tiene mucha fuerza. Y más ahora cuando se han suma­do a él los veganos (vegetarianos estrictos). En Europa, es Holanda el estandarte de estos grupos. Allí, en 2008 las autoridades sani­tarias alertaron sobre un brote de paperas en varios municipios en los que residen protestantes ortodoxos que por razones religiosas, se niegan a vacunar a sus hijos.

"En los países latinos estos mo­vimientos no han cobrado fuer­za", explica el secretario de la Li­ga para la Libertad de Vacuna­ción, Vicente Robles. Esta asocia­ción, con unos con 700 miembros en España, defiende que, aunque la vacunación no es obligatoria los ciudadanos no tienen informa­ción sobre los riesgos que supo­ne. Solo de los beneficios. "Cues­tionamos la vacunación sistemáti­ca, que es lo que se hace ahora. Las inmunizaciones se presentan como la panacea y no lo son", ex­plica. Su pareja y él decidieron ha­ce 15 años no vacunar a su hija. "Y le ha ido bien, más que evitar la enfermedad la hemos acompa­ñado a pasarla y eso ha ayudado a su maduración global", dice.

La Liga para la Libertad de Va­cunación sostiene que haber tri­plicado en 20 años el número de vacunas que se inoculan a un me­nor de hasta tres años no puede ser bueno. "Se ponen demasiadas y muy alegremente, eso no es bue­no para el sistema inmunológi­co", esgrime.

 La mayoría de los epidemiólo­gos creen, sin embargo, que los daños potenciales de sufrir la en­fermedad son mucho mayores que los de la vacuna. "El saram­pión sigue causando estragos en muchos países", advierte Fermín García, técnico de vacunas de la Consejería andaluza de Salud. En su opinión, lo que está ocurrien­do en muchos países occidenta­les, es que como ya no convivi­mos habitualmente con la enfer­medad, algunos padres "se han re­lajado". Una situación que se ha repetido a lo largo de la historia, explica este médico: cuando se tie­ne miedo a la enfermedad, todo el mundo pide una vacuna contra ella. "Es lo que pasó hace décadas con la polio", recuerda. Luego se pasa a una etapa en la que no se tiene miedo ni a la enfermedad ni a la vacuna. 'Y todo el mundo se vacuna por rutina". "Pero llega un momento en el que ya todo el mundo se ha olvidado de la enfer­medad en cuestión y solo está pendiente de si al pincharse se le hincha el brazo o le da un poco de fiebre", explica. Es lo que puede estar empezando a pasar con el sarampión o la rubéola, igual que el año pasado ocurrió con la gripe A: cuando se pensaba que la enfer­medad era altamente letal, todo el mundo aspiraba a estar inclui­do en un grupo de riesgo que le diera derecho a la inmunización. Pero al comprobarse que era co­mo una gripe más, empezó a po­nerse en cuestión la seguridad de la vacuna y apenas se la puso el 15% de la población de riesgo.

La cobertura de la vacuna con­tra el sarampión ronda en Espa­ña, el 95%. En Granada, también. Pero el brote surge siempre cuan­do la enfermedad coincide en un foco en el que se que centran mu­chas personas no vacunadas, co­mo ha ocurrido esta vez. Las esta­dísticas de vacunación en España arrojan un dato que preocupa a los médicos: alrededor del 10% de los niños a los que se administró la primera dosis de una vacuna (normalmente antes de los dos años de edad), no recibieron la segunda dosis que, por ejemplo, en el caso del sarampión, se admi­nistra entre los tres y los seis años. "Los padres ven que el niño está sano y no perciben esa sensa­ción de riesgo que sí se tiene con los bebés", opina Fermín García. "Hay que insistir en que las vacu­nas no se acaban cuando el niño cumple dos años. Hay muchas que pierden su poder inmunológico", señala el médico, que advierte que la mayor parte de las enfermedades incluidas en el calendario de vacunación espa­ñol no tienen tratamiento posi­ble.

Con información de Valme Cortés.

 

PD/

La verdad y la razón se debe publicitar siempre contra los 'irracionales'... asentados en su 'infelicidad' buscada. ¡Al menos que no nos contagien!



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