¿Quién me presta una escalera,
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Copla popular de autor desconocido
Amado Nervo, Amado Nervo (México, 1870-1919) murió el 24 de agosto de 1919 a los 48 años en Montevideo siendo Ministro Plenipotenciario de Argentina y Uruguay, en representación de su patria, México.
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Cobardía
Pasó con su madre. ¡Que rara belleza!
¡Que rubios cabellos de trigo garzul!!
¡Que ritmo en el paso! ¡Que innata realeza
de porte! ¡Que formas bajo el fino tul!...
Paso con su madre. ¡Volvió la cabeza,
¡me clavó muy hondo su mirada azul!
Quedé como en éxtasis...
Con febril premura
“¡Síguela!” gritaron cuerpo y alma al par........
... pero tuve miedo de amar con locura,
de abrir mis heridas, que suelen sangrar,
y no obstante toda mi sed de ternura,
cerrando mis ojos, la dejé pasar!
Vivir sin tus caricias
Vivir sin tus caricias es mucho desamparo;
vivir sin tus palabras es mucha soledad;
vivir sin tu amoroso mirar, ingenuo y claro,
es mucha oscuridad..
EN PAZ
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles y la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.
... Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas,
mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado; el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
EL CELAJE
¿A dónde fuiste, amor; a dónde fuiste?
Se extinguió en el poniente el manso fuego,
y tú que me decías: "hasta luego,
volveré por la noche"... ¡No volviste!
¿En qué zarzas tu pie divino heriste?
¿Qué muro cruel te ensordeció a mi ruego?
¿Qué nieve supo congelar tu apego
y a tu memoria hurtar mi imagen triste?
¡Amor, ya no vendrás! En vano, ansioso,
de mi balcón atalayando vivo
el campo verde y el confín brumoso.
Y me finge un celaje fugitivo
nave de luz en que, al final reposo,
va tu dulce fantasma pensativo.