Ahora que cada vez llueve menos renace en mí el sueño incumplido de bañarme desnuda bajo la lluvia... Bailando y cantando a grito pelao Y mejor acompañada: ¡Que todos los que se alegren del agua del cielo salgan a bañarse y saltar dando gracias por este maravilloso elemento! Junto a la casa en que nací había una fuente, "El Cañillo" y una acequia; el río atravesaba el pueblo, y apenas llegaba el calor, chicos y grandes pasábamos horas y horas en el agua. Todo el mundo pescaba con cañas fabricadas con sus propias manos (de los cañaverales que crecían al margen), o cogiendo directamente los cangrejos (y aguantando sus pellizcos)...
Hacíamos carreras de tortugas y barquitos de juncos La mayoría de las veces, al ir de un lado al otro del pueblo, en vez de cruzar por el puente atajábamos por el río saltando de piedra en piedra o caminando entre las aguas.... En ambas riberas crecían los frutales y las huertas. Y todo el mundo te permitía coger fruta, eso sí "¡Sólo la que puedas llevar en las manos y sin pisar el sembrao!"