I Yo sé un himno gigante y extraño que anuncia en la noche del alma una aurora, y estas páginas son de este himno cadencias que el aire dilata en la sombras.
Yo quisiera escribirlo, del hombre domando el rebelde, mezquino idioma, con palabras que fuesen a un tiempo suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar; que no hay cifra capaz de encerrarlo, y apenas, ¡oh hermosa! pudiera al oído, contártelo a solas.
III
Sacudimiento extraño que agita las ideas, como huracán que empuja las olas en tropel;
murmullo que en el alma se eleva y va creciendo como volcán que sordo anuncia que va a arder;
deformes siluetas de seres imposibles; paisajes que aparecen como un través de un tul;
colores que fundiéndose remedan en el aire los átomos del Iris que nadan en la luz
ideas sin palabras palabras sin sentido; cadencias que no tienen ni ritmo ni compás;
memorias y deseos de cosas que no existen; accesos de alegría impulsos de llorar;
actividad nerviosa que no halla en qué emplearse; sin rienda que lo guíe caballo volador;
locura que el espíritu exalta y enardece embriaguez divina del genio creador... ¡Tal es la inspiración!
gigante voz que el caos ordena en el cerebro, y entre las sombras hace la luz aparecer;
brillante rienda de oro que poderosa enfrena de la exaltada mente el volador corcel;
hilo de luz que en hace lo pensamientos ata; sol que las nubes rompe y toca en el cenit;
inteligente mano que en un collar de perlas consigue las indóciles palabras reunir;
armonioso ritmo que con cadencia y número las fugitivas notas encierra en el compás;
cincel que el bloque muerde la estatua moldeando y la belleza plástica añade a la ideal;
atmósfera en que giran con orden las ideas, cual átomos que agrupa recóndita atracción;
raudal en cuyas ondas su sed la fiebre apaga; oasis que al espíritu devuelve con vigor... ¡Tal es nuestra razón!
Con ambas siempre en lucha y de ambas vencedor tan sólo el genio puede a un yugo atar las dos.
VI
Como la brisa que la sangre orea sobre el oscuro campo de batalla, cargada de perfumes y armonías en el silencio de la noche vaga;
símbolo del dolor y la ternura, del bardo inglés en el horrible drama, la dulce Ofelia, la razón perdida cogiendo flores y cantando pasa.
VII
Del salón en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas como el pájaro duerme en la rama esperando la mano de nieve que sabe arrancarlas!
¡Ay! -pensé-, ¡Cuántas veces el genio así duerme en el fondo del alma, y una voz, como Lázaro, espera que le diga: "Levántate y anda"!
VIII
Cuando miro el azul horizonte perderse a lo lejos a través de una gasa de polvo dorado e inquieto, me parece posible arrancarme del mísero suelo, y flotar con la niebla dorada en átomos leves cual ella deshecho.
Cuando miro de noche en el fondo obscuro del cielo las estrellas temblar, como ardientes . pupilas de fuego, me parece posible a do brillan subir en un vuelo, y anegarme en su luz, y con ella en lumbre encendido fundirme en un beso
En el mar en la duda en que bogo ni aún se lo que creo: ¡Sin embargo, estas ansias me dicen que yo llevo algo divino aquí dentro
IX
Besa el aura que gime blandamente las leves ondas que jugando riza el sol besa a la nube de occidente y de púrpura y oro la matiza. la llama en derredor del tronco ardiente por besar a otra llama se desliza. y hasta el sauce inclinándose a su peso al río que lo besa, vuelve un beso.
XI
- Yo soy ardiente, yo soy morena, yo soy el símbolo de la pasión; de ansia de goces mi alma está llena; ¿a mí me buscas? -No es a ti; no
- Mi frente es pálida; mis trenzas de oro puedo brindarte dichas sin fin; yo de ternura guardo un tesoro; ¿a mí me llamas? -No; no es a ti.
- Yo soy un sueño, un imposible, vano fantasma de niebla y luz; soy incorpórea, soy intangible; no puedo amarte. -¡Oh, ven; ven tú!
XIII
Tu pupila es azul, y cuando ríes, su claridad suave me recuerda el trémulo fulgor de la mañana que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul, y cuando lloras, las transparentes lágrimas en ella se me figuran gotas de rocío sobre una violeta.
Tu pupila es azul, y si en su fondo como un punto de luz radia una idea me parece, en el cielo de la tarde, ¡una perdida estrella!
XVI
Si al mecer las azules campanillas de tu balcón, crees que suspirando pasa el viento murmurador, sabe que, oculto entre las verdes hojas, suspiro yo.
Si al resonar confuso a tus espaldas vago rumor, crees que por tu nombre te ha llamado lejana voz, sabe que, entre las sombras que te cercan te llamo yo.
Si se turba medroso en la alta noche tu corazón, al sentir en tus labios un aliento abrasador, sabe que, aunque invisible, al lado tuyo respiro yo.
XVII
Hoy la tierra y los cielos me sonríen; hoy llega al fondo de mi alma el sol; hoy la he visto.., la he visto y me ha mirado... ¡Hoy creo en Dios!
XVIII
Fatigada del baile, encendido el color, breve el aliento, apoyada en mi brazo, del salón se detuvo en un extremo
Entre la leve gasa que levantaba el palpitante seno, una flor se mecía en compasado y dulce movimiento.
Como cuna de nácar que empuja al mar y que acaricia el céfiro tal vez allí dormía al soplo de sus labios entreabiertos.
¡Oh! ¡Quién así, pensaba, dejar pudiera deslizarse el tiempo! ¡Oh, si las flores duermen, qué dulcísimo sueño!
XXI
¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Que es poesía?, Y tú me lo preguntas? Poesía... eres tú.
XXIII
Por una mirada, un mundo, por una sonrisa, un cielo, por un beso... ¡yo no sé que te diera por un beso!
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