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General: AUTORIA RAFAEL CASTILEJO..
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De: SOY DEL SUR 479  (Mensaje original) Enviado: 09/10/2015 10:41

POCO A POCO, LA TELEVISIÓN FUE LLEGANDO A LOS HOGARES ESPAÑOLES

 

Hasta la compra del correspondiente receptor, los españolitos de entonces veíamos la televisión donde podíamos. Los bares tuvieron una época dorada, gracias al fútbol y los toros. Los escaparates de las tiendas fueron auténticas salas de proyección cuando el Real Madrid jugaba y ganaba finales de Copa de Europa. La casa del familiar, del vecino o del amigo afortunado por poseer un televisor, eran lugares donde podíamos ver la emisión que nos interesaba.

En el año 1966, llegó la televisión a mi casa. Me consideré el muchacho más afortunado del planeta. Muchos otros la disfrutaban hacía tiempo, pero también había otros que aún tardarían en hacerlo. Eran años difíciles.

 
 
 

 

PROGRAMAS, MOMENTOS Y SERIES INOLVIDABLES:


Una de las series más populares de aquellos años: "Bonanza"
Se estrenó en España en el año 1962.

Herta Frankel, auténtica pionera de los programas infantiles de
televisión, junto a su perrita Marilyn.

Franz Joham, aparte de participar en numerosos programas,
también se dedicó a la publicidad.

"Escala en Hi-Fi" fue el primer programa que utilizó la técnica del play-back.
En 1962, recibió el Premio Ondas.

"Los Intocables" se empezó a emitir en 1964, siendo todo un
éxito desde su primer episodio.

"El Santo" y "El fugitivo", dos de las series más populares
de los sesenta.

"Un millón para el mejor". En la foto, en la segunda etapa,
que sería presentada por José Luis Pécker.

Con "Galas del Sábado", presentado por Laura Valenzuela y
Joaquín Prat, pudimos ver los mejores artistas de entonces.

Mariano Medina fue el primer "hombre del tiempo" de TVE.
Antes, ya había ejercido como tal en la radio (SER)

"Rin Tin Tin" (1961). Cada capítulo duraba tan sólo 25 minutos y
nos quedábamos con enormes ganas de ver el siguiente.

Real Zaragoza, Campeón de Copa en el año 1964, al vencer
en la final al Atlético de Madrid por dos goles a uno.

"Viaje al fondo del mar" comenzó a emitirse en 1965.
En la foto vemos al Capitán Crane y al Almirante Nelson.

Mario Cabré, que junto a José Luis Barcelona presentaba este programa,
acompaña a una concursante de "Reina por un día" (1964).

Narciso Ibáñez Serrador, conseguía más de una vez quitarnos
el sueño con "Historias para no dormir".

Carta de ajuste de T.V.E. En los primeros tiempos, durante la mayor
parte del día, era lo único que podía verse.

Real Madrid, campeón de Europa de 1966, al derrotar
en la final al Partizán de Belgrado por dos goles a uno.

La boda de Fabiola y Balduino, fue todo un acontecimiento
seguido por televisión en muchos hogares.

Manuel Benítez "El Cordobés", todo un líder de audiencia
en aquellos años.

"Cesta y Puntos", programa juvenil emitido a partir
de 1966 y presentado por Daniel Vindel.

"Alfred Hitchcock, presenta", suponía poner el broche de oro
a la emisión del día. El maestro del suspense nunca defraudaba.

"Embrujada" - Comedia familiar de humor y fantasía.
Se estrenó en España en 1965.

"Los Vengadores" - Aventuras de una pareja de
espías británicos que se empezo a emitir en 1967.

"Daniel Boone" llegaría a nuestro país en 1966 y contaba
las aventuras del famoso pionero del oeste americano.

"Misión imposible" se estreno en España en 1967.
Con ella vivimos aventuras "casi imposibles".

"Rompeolas" - Serie que se hizo muy popular gracias al
éxito con las chicas de Troy Donahue (el rubio).

"Perry Mason" la famosa serie sobre el abogado que ganaba
juicios casi imposibles, empezó a emitirse en 1960.

Y en uno de aquellos especiales de Nochevieja,
conocí "Black is Black" y a "Los Bravos".

"Caravana" nos mostró a un veterano John McIntire, viviendo
nuevas aventuras en el lejano oeste.

"El Agente de CIPOL" - Serie de agentes secretos en
lucha contra el crimen organizado.

Gracias a "Estudio 1" pudimos ver grandes obras de teatro como
"Doce hombres sin piedad" (en la foto).

A diferencia del bodrio en que se ha convertido hoy en día,
el Festival de Eurovisión era en los años sesenta un gran acontecimiento.

Año 1968. Massiel gana el Festival de Eurovisión con la
canción "La, la, la", en el Royal Albert Hall de Londres.

"Los Chiripitiflauticos" se dieron a conocer en 1966,
y fue el programa infantil de las tardes durante varios años.

Estos hombres, centraron todo el interés en la noche
del 21 de juliode 1969. Llegada del hombre a la Luna.

"Crónicas de un pueblo" - Año 1971
Primera serie para TVE dirigida por Antonio Mercero

Félix Rodríguez de la Fuente, al que antes de lograr sus
mayores éxitos le habíamos conocido como "el amigo de los animales".
 

Los dibujos animados no podían faltar en la programación infantil y los mayores
disfrutaron por igual. Aquí vemos a los personajes de la Warner en aquellos años.

 

Y SI ME PREGUNTAN POR LA TELEVISIÓN, AFIRMO SIN DUDAR QUE:

Ahora que tengo una nieta, me gustaría que al salir del colegio se encontrase con esos programas infantiles de entonces,
en lugar de con algunos de estos productos inclasificables de hoy.


Mi querido tranvía (Línea 5 - Venecia-Delicias)

¿Cuántas veces partiría de aquí con destino al Barrio Delicias, a la Academia Kühnel o a algún cine del centro de la ciudad?



 

Aquellos días de verano en el pueblo de mi abuela
Aquellos días de verano en Villarroya de la Sierra, pueblo de mi abuela Rosa. Recuerdo que mi primera pregunta al llegar, era si bajaba agua por el pequeño río.
Así podría acompañar a mi abuela y mi tía a fregar y lavar allí, en lugar de al lavadero público, y podría ver los animalillos que vivían en sus aguas.
 




HISTORIA DE MANZANILLA

Publicado en la revista "La Sirena", en Otoño de 2004

La historia que voy a contar, es de esas que al que las escucha le producen una cierta desconfianza. Por mucho que le hayan dicho que se trata de un caso real, duda que sea cierta tanta casualidad y tanto motivo para sonreír, pensar, ó... llorar.

Sin embargo, quien me conozca personalmente podrá tacharme de sensible, pero no de mentiroso. Además, quien pertenezca al grupo de familiares o amigos más allegados, seguro que parte de esta historia les sonará por habérmela escuchado contar alguna vez.

Todo empezó el día 16 de junio del año 1.997. En la octava planta del Hospital Infantil de Zaragoza, donde se encuentra la Unidad de Enfermos Oncológicos, la vida de mi madre se consumía por culpa de esa terrible enfermedad llamada cáncer, y que tanto pavor nos produce aunque nos hablen de los grandes adelantos y progresos que se vienen haciendo para combatirla.

Caía la tarde de ese día y yo acababa de pedirle a una enfermera, una manzanilla para limpiar los ojos de mi madre que presentaban un color amarillo verdoso. Salí un momento de la habitación, cuando escuché el canto de un periquito en una ventana del pasillo. Parecía muy joven, quizá nacido esa misma primavera. Su color, era amarillo verdoso, el mismo color que como antes decía, presentaban los ojos de mi madre. Lo mismo podía haberse escapado de la pajarera que hay en La Rosaleda, en el Parque Primo de Rivera, que de cualquier piso. Lo cierto es que, para llegar hasta aquella ventana tan alta y en una tarde de tanto calor, tenía que haberse dado una auténtica paliza. Me acerqué con cuidado diciéndole alguna cosilla y cuando mi mano estaba a poco más de veinte centímetros de él, realicé un movimiento rápido y pude atraparle. Me preocupaba tuviera sed y hambre, pues era imposible saber el tiempo que llevaba perdido. Una pequeña ave de estas características, de no encontrar alguien que le ayude, puede fallecer a las pocas horas, victima de cualquier depredador o de sus propias necesidades.

La manzanilla que había solicitado para limpiar los ojos de mi madre había llegado ya, y ahora estaba esperando se enfriara un poco. Poco antes, acababa de contar a las enfermeras la llegada del periquito y les había pedido una caja de cartón para llevármelo. Fueron unos minutos de mucho trajín. Llamé por teléfono a casa para advertir de mi llegada con el nuevo amigo. Mi mujer y mis hijos procuraron encontrar una pajarería todavía abierta, donde comprar una jaula y comida. En una palabra, que en unos días tan tristes, nos había llegado algo alegre y casi sin darnos cuenta, nos encontrábamos con una pequeña y nueva ilusión. A todo esto, cuando aquella manzanilla presentaba la temperatura ideal, me dispuse a limpiar los ojos de mi madre y, al mismo tiempo, le iba contando mi "encuentro" con el nuevo amigo. Mi madre sonrió y le dije que ya que había llegado en aquel momento, le podíamos poner de nombre, "Manzanilla".

Justo a los tres días, mi madre falleció. Así conocí el día más triste de mi vida y es algo que a veces creo que todavía no he superado. De aquel verano, no recuerdo si pasé mucho ni poco calor. Estuve tres meses sin practicar mis aficiones musicales, porque no me apetecía y porque quise dedicar un luto especial a la persona que tanto quise y me quiso. Mientras tanto, "Manzanilla" se instaló en nuestra casa y más que una mascota, yo siempre vi en él, algo así como la prolongación de la vida de mi madre. Soy de los que piensan que nadie muere del todo mientras haya alguien que cada día se acuerde de la persona fallecida, por eso, la presencia de "Manzanilla" hacía que esa idea se fortaleciera mucho más. Mi mujer y mis hijos, conociéndome como me conocen, supieron también que llegaría un día en que todo aquello me produciría volver a sufrir de nuevo el triste mes de junio de 1.997, el día que "Manzanilla" se fuera para siempre.

Quiso de nuevo el ¿destino?, que Manzanilla enfermara precisamente en un mes de junio. Tras vanos intentos de curación, murió la madrugada del día 22 de ese mes, justo siete años y tres días después de fallecer mi madre. Si como decía antes, los que tan bien me conocen sabían que cuando llegara ese día me iba a afectar muy especialmente, no podían suponer que fuera tanto. Ese entrañable "pequeñajo", me recordó a mi madre cada día durante los años que estuvo con nosotros. Me la recordó igualmente cuando enfermó y, sobre todo, cuando murió. Por eso, cuando lo enterré, lo hice a los pies del columbario donde reposan las cenizas de Rafaela, mi querida madre.

Manzanilla nunca fue un periquito de esos parlanchines y amaestrados, ni falta que le hizo. Sabía que nos había conquistado el día que llegó a nosotros. Siempre agradecimos que de tantas familias en Zaragoza, eligiera la nuestra, precisamente en unos días en que tanta falta nos hacía recuperar la sonrisa.



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