Estando yo en la mi choza
pintando la mi cayada,
las cabrillas altas iban
y la luna rebajada;
mal barruntan las ovejas,
no paran en la majada.
Vide venir siete lobos
por una oscura cañada.
Venían echando suertes
cuál entrará a la majada;
le tocó a una loba vieja,
patituerta, cana y parda,
que tenía los colmillos
como punta de navaja.
Dio tres vueltas al redil
y no pudo sacar nada;
a la otra vuelta que dio,
sacó la borrega blanca,
hija de la oveja churra,
nieta de la orejisana,
la que tenían mis amos
para el domingo de Pascua.
— mis siete cachorros,
— aquí, perra trujillana,
— aquí, perro el de los hierros,
— a correr la loba parda!
Si me cobráis la borrega,
cenaréis leche y hogaza;
y si no me la cobráis,
cenaréis de mi cayada.
Los perros tras de la loba
las uñas se esmigajaban;
siete leguas la corrieron
por unas sierras muy agrias.
Al subir un cotarrito
la loba ya va cansada:
—Tomad, perros, la borrega,
sana y buena como estaba.
—No queremos la borrega,
de tu boca alobadada,
que queremos tu pelleja
pa’ el pastor una zamarra;
el rabo para correas,
para atacarse las bragas;
de la cabeza un zurrón,
para meter las cucharas;
las tripas para vihuelas
para que bailen las damas.
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Cuando yo era pequeñita y apenas tuve quince a os de los brazos de mi padre los moros me cautivaron.
Me llevaron al desierto, largo tiempo me tuvieron, hasta que fui encontrada por mi hermano "el aguileño".
Largos años me tuvieron y me quisieron casar con un morito muy guapo y de mucho capital.
-Y el día de los torneos pasé por la morería y vi una mora lavando al pie de una fuentecilla.
Y apártate mora bella, apártate mora linda que va a beber mi caballo de estas aguas cristalinas.
-No soy mora, caballero, que soy cristiana cautiva; me cautivaron los moros desde pequeñita y niña.
-¿Te quieres venir conmigo para mi caballeriza? -¿ Y estos pañuelos que lavo donde yo les dejaría?
-Los de hilo y los de seda para mi caballeriza, y los que no valen nada a la corriente les tiras.
Y al llegar a la monta a la morita ya suspira: -¿Por qué suspiras mi alma, por qué suspiras, mi vida?
-No tengo de suspirar si es aquí donde venía
con mi hermano "el aguileño" y mi padre en compañía.
-iVálgame la Virgen pura, la Virgen Santa María, creí de traerme una mora y traigo una hermana mía!
Abreme la puerta, madre, ventanas y celosías que aquí te traigo el tesoro que llorabas noche y día.
-Mi padre me requirió con muchísima alegría y después me preguntó con los moritos qué hacía.
Padre mío, los moritos todos mucho me querían; sólo estaba pa guardar los pavos y las gallinas.
La mora que me crió la llaman la Martinica y el moro que me robó le llaman el Mortifica.
Los dos me andarán buscando por aquellas serranías porque los moritos, padre, a mí mucho me querían.
Los moritos son muy ricos y tienen muchas haciendas, en un cortijo cercano trabajan más de cincuenta.
Padre, vamos a escribirles a los moros una carta, porque yo sé bien las señas: Cortijo de Casablanca.
La carta ya se ha mandado y hubo ya contestación que si nos vamos con ellos nos regalan, un millón, un cortijo con tres huertas y seis bueyes de labor. ..y se casa la cautiva con el hijo del patrón.
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