A las dos de la madrugada del Jueves Santo y en sobrecogedor silencio, el Cristo de las Batallas sale del convento de Mosén Rubí para recorrer las calles de Ávila a la luz de las antorchas. No hay una imagen que se asemeje a este misterioso Cristo nazareno, de apenas 50 centímetros de altura, que según la tradición habría acompañado a los Reyes Católicos en cuantas batallas libraron. De ahí su nombre.