Una dama se retira a la alcoba dispuesta a descansar, pero su marido llega inmediatamente y se acomoda junto a ella. Pasan algunos segundos y el hombre le pasa la mano por detrás de la nuca y baja por su espalda.
Las esposa comienza a sentir lo que hacía mucho tiempo no sentía con su esposo, pero se hace la indiferente. El marido continúa pasando la mano por diferentes partes de su cuerpo de manera suave… delicada.
Siente que un agradable calor se va apoderando de su cuerpo, a la vez que su respiración va haciéndose más profunda. Ahora él, después de acariciar sus manos, desliza las suyas por debajo de su cintura y con mucho tacto las lleva hacia sus redondos glúteos…
Ella siente su cálido aliento sobre su pecho, y sabiendo que ya es difícil resistir lo inevitable, prepara su cuerpo levantando las caderas, separando y recogiendo sus rodillas, y cuando cree que su marido la tomará como hace mucho tiempo no lo hace, el hombre se voltea, acomoda una almohada, se recuesta y respira profundamente.
La mujer desconcertada y con la voz entrecortada pregunta: —¿Que pasó? —¡Ya! listo… —Responde él. —¿Ya? ¿Ya qué? —vocifera ella. —Ya encontré el control remoto… Duérmete mi amor…
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