Cervicalgia mecánica
Patogenia. La sobrecarga mecánica del segmento vertebral móvil repercute sobre sus dos elementos principales: el disco intervertebral y las articulaciones interapofisarias.
En el anillo fibroso del disco se producen fisuras cuya confluencia abre grietas por las que se introduce material del núcleo. El anillo fibroso agrietado pierde su tensión y su contorno se dilata anormalmente cuando es comprimido (protrusión global). El disco, desestructurado, cumple mal su función amortiguadora y tiende a ser inestable. Como consecuencia de esta inestabilidad discal se produce con el tiempo una reacción ósea neoformativa en el borde de las plataformas vertebrales próximas (osteófitos de tracción) y en las articulaciones uncovertebrales.
El espacio discal disminuye de altura y por tanto las vértebras contiguas se aproximan; esto crea tensiones anormales en las articulaciones interapofisarias que acaban experimentando los fenómenos degenerativos propios de la artrosis: pinzamiento de la interlínea, esclerosis subcondral, osteófitos, alteración de las estructuras capsuloligamentarias de sostén y, a menudo, desplazamientos anómalos de las superficies articulares (anterolistesis o retrolistesis). Como consecuencia de algunas de estas lesiones el segmento móvil tiende a ser inestable, fenómeno perceptible sobre todo en las radiografías funcionales. En fases más avanzadas la incongruencia articular, las deformidades osteofitarias y la fibrosis pueden, por el contrario, reducir la movilidad del segmento, deficiencia que ha de ser suplida por los discos vecinos, sometidos de este modo a una sobrecarga que los predispone a sufrir fenómenos degenerativos.
Cuando el material del núcleo pulposo migra a través de grietas en dirección posterior y ejerce presión desde dentro sobre las fibras más externas del anillo sin romperlas, provoca un abombamiento localizado del contorno discal (prolapso).
Si estas fibras externas se rompen, el material nuclear presiona directamente sobre el ligamento longitudinal posterior (extrusión); si también lo perfora, penetra en el espacio epidural (secuestro). Prolapso, extrusión y secuestro son distintas formas de hernia discal.
Lo más frecuente es que la herniación discal se produzca de forma aguda, como consecuencia de un aumento brusco de presión a menudo en un disco que ya tiene fisuras, pero cuyo núcleo pulposo conserva aún cierto grado de tensión; es, pues, característica de las personas jóvenes.
La protrusión del anillo, las deformidades de los cuerpos vertebrales (espondilosis), las lesiones artrósicas de las articulaciones interapofisarias y las herniaciones discales suelen suponer una reducción de la luz del conducto raquídeo o de los canales radiculares y de este modo provocan o favorecen la compresión de los elementos que contienen: médula espinal y raíces nerviosas, además del ligamento longitudinal posterior, todos ellos fuentes potenciales de estímulos dolorosos. Por otra parte, las propias lesiones degenerativas del disco cuando se afectan las capas externas del anillo y de las articulaciones posteriores, pueden generar dolor.
Síndromes clínicos.
Cervicalgia inespecífica. Puede ser aguda y autolimitada o evolucionar crónicamente de modo continuo, intermitente u oscilante. El dolor se localiza en la nuca y a menudo también en trapecios y hombros; cuando se debe a la lesión de segmentos bajos, puede irradiarse al brazo, generalmente hasta el codo, y a las zonas supraclaviculares y escapular.
Suele modificarse con la postura del cuello. Hay dolor a la presión en una o más apófisis espinosas y la musculatura paravertebral acostumbra a estar contracturada, sobre todo en
las formas agudas, y es dolorosa a la presión. La movilidad cervical suele ser dolorosa y a menudo está limitada. No se detectan signos propios de afección radicular. Por lo general es consecuencia de un trastorno mecánico del segmento móvil, ya sea del disco, de las articulaciones posteriores o de ambos a la vez; pero cualquiera de las lesiones no mecánicas antes mencionada puede originar un cuadro clínico de este tipo. En algunos casos predomina la contractura muscular relacionada con factores psicógenos.
Tortícolis. Es un cuadro clínico peculiar, propio de individuos jóvenes, caracterizado por el inicio agudo de dolor cervical, gran contractura muscular, limitación asimétrica de la movilidad y posición lateralizada del cuello. Aunque sujeto de interpretaciones etiopatogénicas diversas, es probable que muchos casos sean debidos a lesiones discales. Una posible causa alternativa la constituyen las lesiones agudas de las articulaciones interapofisarias.
Compresión radicular aguda. Se caracteriza por el inicio agudo de un dolor irradiado a la extremidad superior, de carácter radicular (neuralgia cervicobraquial): trayecto correspondiente a un dermatoma, parestesia en la zona distal y signos de afectación sensitiva y a veces motora. A menudo coexiste o está precedido por una cervicalgia aguda asociada a una intensa contractura muscular. La causa más frecuente es la hernia discal.
Atrapamiento radicular. Es un cuadro clínico de aparición subaguda o lenta y evolución crónica con oscilaciones y a veces exacerbaciones y remisiones acusadas. Los signos y síntomas que lo caracterizan son similares a los de la compresión radicular aguda, pero menos intensos y más caprichosos y rebeldes. Los signos exploratorios de afectación radicular son inconstantes. La causa de este síndrome es el atrapamiento de la raíz, generalmente como consecuencia del desarrollo de lesiones degenerativas en las articulaciones interapofisarias y uncovertebrales que estrechan los espacios por donde discurre la raíz. Otras etiologías (infiltraciones tumorales, enfermedad de Paget, fibrosis epidural) son menos frecuentes.
Síndrome cervicocefálico. Se caracteriza por la coexistencia de cervicalgia, cefalea, a menudo sensaciones vertiginosas y a veces trastornos auditivos y visuales diversos. Se atribuye a fenómenos compresivos sobre la arteria vertebral y el simpático cervical, pero a menudo es difícil excluir la responsabilidad de factores psicógenos en algunos de los pacientes que padecen estos síntomas. La existencia de episodios de caída (drop attacks) con los giros de la cabeza, la relación constante de los síntomas con la postura del cuello y las anomalías de la exploración eco-Doppler y de la arteriografía de las arterias vertebrales son índices de organicidad.
Mielopatía por cervicoartrosis. La estenosis del conducto raquídeo por lesiones degenerativas y la afectación consiguiente de la médula espinal pueden ocasionar un cuadro de mielopatía con alteraciones en las extremidades inferiores (paraparesia o hemiparesia espástica) y superiores (braquialgias multirradiculares). Suelen evolucionar lentamente, pero a veces se producen exacerbaciones agudas con agravamiento de los déficit neurológicos, a menudo tras un esfuerzo.
Diagnóstico. Las características del dolor (forma de comienzo, desencadenantes, curso, alivio) y la exploración física (cervical y neurológica de la extremidad superior) sugieren a menudo la etiología. El estado general del paciente, el contexto clínico y determinadas anomalías analíticas pueden alertar sobre una causa no mecánica.
De la radiología sólo cabe esperar, en la cervicalgia aguda, que revele una lesión no mecánica, y en las formas mecánicas, que ponga de manifiesto la disfunción de uno o varios segmentos, sobre todo en las radiografías funcionales (bloqueo segmentario). En ocasiones puede demostrar el pinzamiento de un espacio discal. La existencia de lesiones degenerativas (espondilosis, artrosis interapofisaria) nada indica acerca de la verdadera causa de una cervicalgia aguda y poco más orienta en las formas crónicas dada la gran disociación que hay entre los signos radiológicos y los síntomas clínicos.
La tomografía computarizada (TC) con inyección intratecal permite descubrir a menudo la lesión responsable, pero sin el contraste, la TC pierde mucha sensibilidad en la zona cervical. La resonancia magnética (RM) no requiere de contraste y proporciona información muy valiosa. Cuando hay signos de afectación radicular, el EMG permite a menudo determinar la raíz afecta y estimar el grado de lesión.
Tratamiento. Las formas agudas son en un principio tributarias de tratamiento conservador: reposo con el uso de collarete, aplicación local de calor y administración sintomática de analgésicos o antiinflamatorios no esteroides (AINE) a los que pueden añadirse miorrelajantes y/o ansiolíticos.
Cuando hay compromiso radicular, el tratamiento inicial es el mismo, añadiendo, si es posible (medio hospitalario), una tracción suave y mantenida. Si ello no basta pueden intentarse, por manos expertas, las inyecciones anestésicas perirradiculares.
Cuando a pesar de todo persiste un dolor intenso o los signos neurológicos progresan y existen signos de afección medular, debe recurrirse a la cirugía.
En las formas crónicas el tratamiento se basa en ejercicios para equilibrar y potenciar la musculatura paravertebral, consejo postural y ergonómico, aplicación local de calor y uso sintomático de analgésicos. En estos casos es importante investigar la posible participación de factores psicosomáticos.
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