Lo que empezó como un golpe de suerte ha terminado con mala fortuna. Los que resultaron agraciados con uno de los 166 pisos de protección oficial que sorteó la empresa Proinsa el 24 de octubre del 2008 se muestran ahora indignados y desencantados por el desenlace que ha tenido esta promoción. La promotora, que hace un par de semanas solicitó el concurso de acreedores, ha pedido a la Junta que anule la calificación provisional que le otorgó para poder construir, con lo que pone punto y final a las ilusiones de los agraciados. Rabia les da pensar que de nada ha servido salir victoriosos de una prueba que convocó a 5.600 aspirantes, que habían soportado largas colas durante el plazo de presentación de solicitudes. La expectación fue tal porque era el segundo sorteo de una promotora privada después de que la Junta cambiara la fórmula de adjudicación para evitar irregularidades en este tipo de pisos.

Casi año y medio después, los afectados se sienten engañados. Cristina Guillaume Medrán, que sigue sin vivienda, considera que todo ha sido "una burla, ya que desde diciembre del 2008 que nos dijeron que en una semana teníamos que entregar la entrada para nuestro piso, hasta hoy, nadie se ha puesto en contacto con nosotros". "Han jugado con nosotros", concluye.

Tampoco tiene piso aún Andrés Villatoro, que sigue residiendo con sus padres y que ahora se verá obligado a buscar otra vivienda. A este joven le cuesta creer que "te toque algo y, de pronto, no tengas nada". Además, se pregunta por qué no se puede respetar la lista de adjudicatarios si en un futuro esta empresa u otra construye otra promoción de VPO en el mismo solar, que está destinado a este tipo de viviendas.

Angela Asensio también ha estado esperando hasta el último momento antes de decidirse a buscar otra alternativa, "dejando pasar oportunidades para esto, para empezar de cero". No obstante, confiesa que las esperanzas las tenía perdidas desde hace tiempo, a pesar de que las recuperó cuando la constructora Marin--Hillinger se integró en Aszendia y anunció su intención de llevar a cabo las obras.

Aunque lo veía venir, María José Serrano siente una gran "desilusión". "No se han portado bien, ni la empresa, ni la Junta", a la que todos responsabilizan también por haber permitido una situación así. "Hemos sabido las cosas por lo que nos hemos movido", añade. Y es que durante el largo periodo de espera, estos adjudicatarios se han dirigido en múltiples ocasiones a la empresa y a la Junta para obtener información. Serrano lamenta que "no se compruebe la solvencia de una empresa antes de ilusionar a tantas familias". Algunas, incluso, habían solicitado préstamos.

Hay muchos adjudicatarios que, hartos de esperar, se han ido de alquiler o han adquirido una vivienda. Este último es el caso de Francisco Taguas, que se ha comprado un piso de dos dormitorios en la Asomadilla. "Desde hace un año no me transmitía confianza la promoción", comenta. El no fue uno de los 166 agraciados en el sorteo del 24 de octubre. La fortuna le llegó después, cuando empezaron a renunciar adjudicatarios por falta de liquidez y lo llamaron.

Ya pocos confían en ocupar en un futuro una VPO en el solar que aún sigue vacío en La Arruzafa. Ni siquiera tienen esa esperanza remota de que se respete la lista de adjudicatarios. Saben que las cosas han cambiado, que los sorteos son historia y que lo que primará será el registro de demandantes. Pero, sobre todo, no quieren soñar otra vez y despertar de esta manera.

 

Lo que empezó como un golpe de suerte ha terminado con mala fortuna. Los que resultaron agraciados con uno de los 166 pisos de protección oficial que sorteó la empresa Proinsa el 24 de octubre del 2008 se muestran ahora indignados y desencantados por el desenlace que ha tenido esta promoción. La promotora, que hace un par de semanas solicitó el concurso de acreedores, ha pedido a la Junta que anule la calificación provisional que le otorgó para poder construir, con lo que pone punto y final a las ilusiones de los agraciados. Rabia les da pensar que de nada ha servido salir victoriosos de una prueba que convocó a 5.600 aspirantes, que habían soportado largas colas durante el plazo de presentación de solicitudes. La expectación fue tal porque era el segundo sorteo de una promotora privada después de que la Junta cambiara la fórmula de adjudicación para evitar irregularidades en este tipo de pisos.

Casi año y medio después, los afectados se sienten engañados. Cristina Guillaume Medrán, que sigue sin vivienda, considera que todo ha sido "una burla, ya que desde diciembre del 2008 que nos dijeron que en una semana teníamos que entregar la entrada para nuestro piso, hasta hoy, nadie se ha puesto en contacto con nosotros". "Han jugado con nosotros", concluye.

Tampoco tiene piso aún Andrés Villatoro, que sigue residiendo con sus padres y que ahora se verá obligado a buscar otra vivienda. A este joven le cuesta creer que "te toque algo y, de pronto, no tengas nada". Además, se pregunta por qué no se puede respetar la lista de adjudicatarios si en un futuro esta empresa u otra construye otra promoción de VPO en el mismo solar, que está destinado a este tipo de viviendas.

Angela Asensio también ha estado esperando hasta el último momento antes de decidirse a buscar otra alternativa, "dejando pasar oportunidades para esto, para empezar de cero". No obstante, confiesa que las esperanzas las tenía perdidas desde hace tiempo, a pesar de que las recuperó cuando la constructora Marin--Hillinger se integró en Aszendia y anunció su intención de llevar a cabo las obras.

Aunque lo veía venir, María José Serrano siente una gran "desilusión". "No se han portado bien, ni la empresa, ni la Junta", a la que todos responsabilizan también por haber permitido una situación así. "Hemos sabido las cosas por lo que nos hemos movido", añade. Y es que durante el largo periodo de espera, estos adjudicatarios se han dirigido en múltiples ocasiones a la empresa y a la Junta para obtener información. Serrano lamenta que "no se compruebe la solvencia de una empresa antes de ilusionar a tantas familias". Algunas, incluso, habían solicitado préstamos.

Hay muchos adjudicatarios que, hartos de esperar, se han ido de alquiler o han adquirido una vivienda. Este último es el caso de Francisco Taguas, que se ha comprado un piso de dos dormitorios en la Asomadilla. "Desde hace un año no me transmitía confianza la promoción", comenta. El no fue uno de los 166 agraciados en el sorteo del 24 de octubre. La fortuna le llegó después, cuando empezaron a renunciar adjudicatarios por falta de liquidez y lo llamaron.

Ya pocos confían en ocupar en un futuro una VPO en el solar que aún sigue vacío en La Arruzafa. Ni siquiera tienen esa esperanza remota de que se respete la lista de adjudicatarios. Saben que las cosas han cambiado, que los sorteos son historia y que lo que primará será el registro de demandantes. Pero, sobre todo, no quieren soñar otra vez y despertar de esta manera.