Seguro que en alguna ocasión, hemos tenido la oportunidad de ver algo extraño, algo que pudiera considerarse que está fuera de los términos normales de la comprensión y de la lógica. ¿ Quién no se ha preguntado en alguna ocasión si los fantasmas existen ? ¿ Quién no se ha preguntado alguna vez, qué era lo que parecía brillar en el fondo de esa amplia, antigua y oscura biblioteca de principios de siglo ?
La verdad es que nadie debería avergonzarse por decir que ha visto un fantasma. Pero la sociedad en la que vivimos nos induce a creer que los fantasmas son parte de la creencia ancestral en mitos, leyendas o fantasías que alimentan nuestra imaginación.
La palabra fantasma, viene del griego phantasma y significa, espectro, visión quimérica. Es como se califica a una aparición semivisible. La fantasmogénesis, estaría englobada dentro del estudio de los fenómenos PSI-KAPPA y a su vez dentro de lo que consideraríamos como ideoplástias. En conjunto con las teleplastias, ectoplasmas, ectocoloplasmas, materializaciones etc., los casos de apariciones fantasmales, están considerados como un efecto recíproco entre nuestro plano y el mundo etérico.
Personalmente, soy de la opinión de que para que un fantasma se plasme, materialice o manifieste, se necesitan una serie de condiciones que no creo que sean fáciles de reunir. El porqué, es sencillo; si esto se diera con facilidad, los casos de fantasmogénesis se darían a menudo. Pero no es así, ya que este tipo de "demostraciones" del mundo inmaterial, son difíciles de observar.
Mucha gente no cree en fantasmas, porque sencillamente no ha indagado dentro del mundo de los fantasmas. Es de opinión popular, que el creer en fantasmas es cosa de niños, o bien cosa de locos. Pero si indagamos un poco en la historia de los hechos inexplicados, encontramos testimonios tan fidedignos como los del papa Juan XXII, que nombró a un prior benedictino, el hermano Jean Goby, para que investigara el caso del "fantasma de Alais" en 1323.
Este caso es uno de los más antiguos recogidos en el campo de la investigación. Guy de Tormo, era un comerciante francés, que vivía en la población de Alais, al sur de Francia, y por causas desconocidas, falleció en el mes de diciembre 1323. Se contaba por aquellos lugares, que días después de su defunción había vuelto del mundo de los muertos y se le aparecía a su viuda en forma de "voz espectral". El papa Juan XXII residía en Avignon, ciudad situada a unos 65 kilómetros de Alais. Dada la cercanía, se enteró del caso del fantasma y le impresionó tanto que nombró al hermano Jean Goby, prior de la abadía benedictina de Alais, para que investigara el asunto.
Jean, se rodeó de algunos vecinos de la población que por su seriedad y estudios eran dignos de crédito. Se dirigió a la casa del fantasma, acompañado por tres de sus hermanos benedictinos y por estos vecinos. Tras examinar la casa y sus jardines en busca de trampas o cualquier fuente de sonido que pudiera explicar todo el caso, pasaron al dormitorio, que era donde se producían las manifestaciones fantasmales. Goby sugirió a la viuda que se acostara en la cama como si fuera a dormir. Los cuatro monjes se sentaron en unas sillas en cada una de las esquinas de la cama. Transcurridos algunos minutos, los monjes comenzaron a recitar el oficio de difuntos, e instantes después todos pudieron percibir un sonido parecido al rasgar un papel de periódico en el aire. La viuda, alarmada, comenzó a gritar de terror y aprovechando este instante Goby preguntó en voz alta si se trataba del fantasma de Guy de Tormo. Una estremecedora voz resonó en toda la habitación diciendo claramente: "SI..SOY EL".
En ese momento, se dejó entrar a algunos de los vecinos para que fueran testigos del fenómeno, que se situaron formando un círculo alrededor de la cama. La estremecedora voz les aseguró que no era un emisario del diablo, sino que se trataba del espíritu de Guy de Tormo, que había sido condenado a vagar por aquella casa por las fechorías que allí había cometido. Añadió que tenía esperanzas de subir al cielo, una vez acabado su purgatorio. También apuntó algo que sirvió para demostrar que lo que allí se estaba produciendo, no era fraude, ya que el espíritu dijo al hermano Jean, que llevaba la eucaristía escondida bajo su hábito. Esto, sólo lo sabía el propio Jean Goby.