La verdadera pieza angular de este rompecabezas que presenta el enigma de las abducciones consiste en saber si se trata de eventos reales («actual happenings») o imaginarios («imaginary happenings»). Depende de cuál sea la respuesta que se dé a esta pregunta, que se marquen nuevos rumbos a la investigación ufológica. Si la respuesta es que las abducciones son reales, entonces las implicaciones de ello son enormes: como ya hemos dicho, significaría que un equipo o equipos de entidades de origen desconocido (extraterrestres, ultraterrestres o procedentes de «n» dimensiones), estarían programando a semejantes nuestros, con finalidades que sólo podemos intuir levemente.
En el segundo caso, tal y como insisten autores que a continuación mostrarán sus pareceres como el británico Hilary Evans, significaría que centenares –probablemente millares– de seres humanos (por otra parte considerados perfectamente sanos y normales por los psiquiatras y psicólogos) sufren unas alucinaciones que les hacen creer que han sido llevados a bordo de una nave espacial... pese a que en estado consciente no lo recuerden. Tal y como reconocía el ufólogo Richard Hall en 1978 (uno de los más destacados investigadores mundiales del fenómeno OVNI, y gran promotor del clásico grupo de investigación NICAP), «o cientos de personas de todo el mundo están sufriendo de alucinaciones o ilusiones muy similares, y en ese caso el origen de patología tan extendida debe ser estudiado urgentemente, o está ocurriendo algo extraordinario y con amplias implicaciones para la Humanidad». Si las sospechas de Hall fueran ciertas en lo que respecta a la patología de las abducciones, esto apuntará hacia un grave trastorno del psiquismo humano colectivo; hacia ese inconsciente colectivo de que hablaba Jung. Aparte de que es una explicación más alambicada que la primera, quizá resulte más alarmante. Cabe preguntarse entonces, ¿cuál será la causa de esta misteriosa «enfermedad o epidemia psíquica»?
Sin embargo, y contrastando las evidencias que tenemos en pro y en contra de los casos recogidos, creemos que las abducciones reflejan eventos reales. Su misma homogeneidad nos conduce a creerlo así.
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Ilustración del momento en el que Fortunatto Zanfretta está a punto de ser abducido por unos seres extraterrestres de considerables dimensiones.
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Pero es que además, en algunos casos, hay inclusive pruebas físicas: huellas en el suelo en el lugar de la presunta abducción, heridas y señales en el cuerpo de los abducidos, etc. Recordemos el caso del vigilante nocturno Fortunatto Zanfretta. Fortunatto es lo que, en pocas palabras, podría considerarse el «prototipo» del abducido: joven, sano, equilibrado, de alto coeficiente intelectual, sencillo y abierto. Y quizá sea quien bata el récord de abducciones: seis veces, por los seres gigantescos que él califica de «horrendos». La abducción se iniciaba, para Fortunatto, con un silbido agudo que sentía en el interior de la cabeza, acompañado de una fuerte queja. Acto seguido perdía el control de su vehículo, un automóvil provisto de radio, y era llevado a lo alto del Monte Marzano en un tiempo sorprendentemente corto. Para comprobar si el coche había sido llevado por el aire, los compañeros de Zanfretta, pertenecientes –como él mismo– a la empresa de seguridad genovesa «Val Bisagno», colocaron cuatro alambres en las cuatro ruedas de un nuevo vehículo que prepararon para Zanfretta –sin que éste lo supiese–; estos alambres unían las ruedas al chasis, y se romperían ineludiblemente si el vehículo fuese alzado materialmente.
Cuando Zanfretta comunicó angustiado por radio que había perdido el control del coche y que «se lo llevaban», sus compañeros partieron aquella noche en su busca encontrándolo, como siempre, en lo alto del Monte Marzano, desvanecido, con el rostro congestionado. Además, como también sucedió las veces anteriores, el techo de su vehículo estaba ardiendo –pese a que la temperatura invernal ambiente era de un grado sobre cero– y... los cuatro alambres que habían colocado previamente los desconfiados compañeros de Zanfretta, aparecieron rotos..
Además de estas incuestionables pruebas circunstanciales de la realidad de la abducción, no faltan investigadores como Am Druffel o el propio Hopkins que están trabajando sobre «pruebas» más sutiles, destinadas a demostrar que la coherencia interna entre relatos de abducción acontecidos en puntos muy distantes del planeta, es abrumadora. Hopkins aseguraba que «actualmente estoy trabajando en una serie de símbolos muy particulares que estos sujetos (los abducidos) han visto dentro de las naves, y que los abducidos ven una y otra vez. Son idénticos en casos y casos. Mantengo esto en secreto –añade–, porque resulta un trabajo fácil comprobar esos símbolos con los de nuevos casos».