El ángel del Seńor anunció en la víspera...
El corazón de El salvador marcaba
24 de marzo y de agonía.
Tú ofrecías el Pan,
el Cuerpo Vivo
-el triturado cuerpo de tu Pueblo;
Su derramada Sangre victoriosa
-ˇla sangre campesina de tu Pueblo en masacre
que ha de teńir en vinos de alegría la aurora conjurada!
El ángel del Seńor anunció en la víspera,
y el Verbo se hizo muerte, otra vez, en tu muerte;
como se hace muerte, cada día, en la carne desnuda de tu Pueblo.
ˇY se hizo vida nueva
en nuestra vieja Iglesia!
Estamos otra vez en pie de testimonio,
ˇSan Romero de América, pastor y mártir nuestro!
Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra.
Romero en flor morada de la esperanza incólume de todo el Continente.
Romero de la Pascua Latinoamericana.
Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dólar, a divisa.
Como Jesús, por orden del Imperio.
ˇPobre pastor glorioso,
abandonado
por tus propios hermanos de báculo y de Mesa...!
(Las curias no podían entenderte:
ninguna sinagoga bien montada puede entender a Cristo).
Tu pobrería sí te acompańaba,
en desespero fiel,
pasto y rebańo, a un tiempo, de tu misión profética.
El Pueblo te hizo santo.
La hora de tu Pueblo te consagró en el kairós.
Los pobres te enseńaron a leer el Evangelio.
Como un hermano herido por tanta muerte hermana,
tú sabías llorar, solo, en el Huerto.
Sabías tener miedo, como un hombre en combate.
ˇPero sabías dar a tu palabra, libre, su timbre de campana!
Y supiste beber el doble cáliz del Altar y del Pueblo,
con una sola mano consagrada al servicio.
América Latina ya te ha puesto en su gloria de Bernini
en la espuma aureola de sus mares,
en el dosel airado de los Andes alertos,
en la canción de todos sus caminos,
en el calvario nuevo de todas sus prisiones,
de todas sus trincheras,
de todos sus altares...
ˇEn el ara segura del corazón insomne de sus hijos!
San Romero de América, pastor y mártir nuestro:
ˇnadie hará callar tu última homilía!