CAUSAS QUE SE CREE MOTIVARON EL DECAIMIENTO DE LA ORDEN DE LOS TEMPLARIOS
Después de haber admirado las brillantes proezas de esta milicia religiosa, después de haber visto las varias distinciones y prerrogativas con que fueron recompensados sus servicios, y cuando ya casi no podían prometerse ni aspirar a más, sorprende ver su estrepitosa caída y extinción. Parece increíble, como dice uno de nuestros sabios escritores eclesiásticos, que unos espíritus católicos y en quienes estaba depositada la flor y nata de la nobleza de Europa, hubiesen sido capaces de incurrir en excesos que aun el nombrarlos ofende los piadosos oídos.
El aprecio y estimación que se granjearon estos campeones por las célebres y señaladas victorias que consiguieron en todas partes sobre los enemigos de la cruz, contribuyeron poderosamente para que se propagaran por toda la cristiandad, y esto les proporcionó bienes inmensos que la devoción y el santo celo de los fieles les ofrecían a porfía. En tanto fue esto así, como que Mateo de París dice que a los ciento y pocos años de su institución llegaron a contar ya tres mil caballeros, casi infinitos freiles que llamaban sirvientes, y hasta nueve mil casas o conventos, viéndose colmados de bienes, de riquezas y de honores. Estos y aquellos fueron sin duda, siguiendo la opinión general de los historiadores, los que enervaron su caridad primitiva, y amortiguaron el santo celo de sus fundadores, desde cuyo instante, desapareciendo de entre ellos el espíritu que había formado aquella piadosa institución, fueron precipitándose de cima en cima hasta la más profunda en que sucumbieron. Sin embargo, hay algunos autores que sin negar absolutamente la relajación y extravíos de estos caballeros, atribuyendo también su perdición a sus inmensas riquezas, suponen por otra parte que contribuyó poderosamente a ella el deseo inmoderado que tuvo de apoderarse de ellas Felipe IV de Francia llamado el Hermoso, cuyo Monarca no puede seguramente enumerarse entre los devotos de los templarios