Cuando un matemático no tiene ganas de explicar algo, bien porque le resulta insoportablemente aburrido, bien porque ha quedado para hacer otras cosas, o bien porque no sabe muy bien cómo explicarlo, va y dice algo así como "de donde se deduce trivialmente que...", expresión con la que deja a todo el mundo con un palmo de narices, porque nadie se atreve a preguntar algo que resulta ser
trivial.
Trivial: viene del latín trivium, que es la palabra que utilizaban los romanos para nombrar el lugar donde se encontraban tres caminos o vías. ¿Y qué es lo que pasaba en esos lugares? Pues que la gente se encontraba. ¿Y de qué habla la gente cuando se encuentra? De cualquier cosa sin importancia, de lo que es sabido por todos, de trivialidades.