Una de las constantes marcadas dentro del fenómeno de las abducciones es el hecho de que las personas que viven uno de estos episodios sólo los recuerdan fragmentariamente, como si o bien los secuestradores presuntamente extraterrestres les hubieran borrado la memoria consciente del hecho, o como si –más razonable aún– el propio cerebro del testigo ante el trauma que supone una experiencia de este tipo, hubiera decidido «olvidar» esos angustiosos momentos y alejarlos –a modo de mecanismo de protección– de la consciencia del abducido. El investigador espańol Antonio Ribera a este respecto, en su obra Secuestrado por Extraterrestres (1981), escribe: «Los sujetos, por lo general, recuerdan el principio y el final del episodio, pero la parte central del mismo –la más importante– ha sido borrada de su mente consciente. Este "borrado" ha sido hecho sin duda mediante la hipnosis: se les ha impuesto un bloqueo para que no recuerden unas experiencias, que en ocasiones podrían resultar muy traumáticas».
A esta constante abduccionista que, en ocasiones, ha servido incluso para detectar nuevos casos de abducción en los que lo único que recordaba el testigo era tener un importante lapso de tiempo de su vida «desaparecido», se le ha bautizado como «Tiempo Perdido». El responsable de esta denominación fue el ufólogo neoyorquino Budd Hopkins quien, gracias a su obra Missing Time (1981), popularizó el término y provocó que miles de lectores suyos acabasen reflexionando sobre la posibilidad de haber sufrido ellos mismos una experiencia similar a la de los siete casos que Hopkins describe minuciosamente en su obra. «Son historias –dice la propia publicidad de este libro– que pueden sucederle a cualquiera: a sus vecinos, a sus seres queridos, e incluso a usted».
Hopkins seńala a lo largo de su obra, –además, una serie de constantes que se repiten sistemáticamente en los casos de abducción, y que pueden servir como pistas para descubrir uno de estos episodios y trabajar –gracias a las sesiones de regresión hipnótica– en recuperar esas memorias perdidas. Estas pistas indican que junto a la sensación de «tiempo perdido» suelen aparecer extrańas cicatrices (generalmente pequeńos cráteres en la piel, de forma circular), e incluso la aparición súbita de extrańas fobias irracionales, a ciertos animales como los arácnidos que –a decir de Hopkins–, pueden recordar sutilmente a la memoria inconsciente del abducido la forma y aspecto de los extraterrestres que han secuestrado con anterioridad al testigo.
Ribera, al analizar todo este tipo de constantes, acaba concluyendo en su obra mencionada con una reflexión reveladora: «En los parques naturales y reservas africanas se deja inconsciente a los animales mediante un dardo narcótico. Entonces se les examina, se les toman muestras de sangre, de pelo, y se les hacen mediciones. Luego se les marca y se les deja de nuevo en "libertad". (Si esto es libertad). żY si se hiciera algo parecido con los abducidos humanos? żY sí se les marcase con una marca invisible –o incomprensible– para nosotros?»