Durante su estancia en la nave, uno de aquellos seres con los que sostuvo cierta comunicación, le advirtió que no recordaría nada de aquella visita hasta que transcurrieran, al menos, treinta ańos. Y así fue. Pasado ese tiempo, Próspera comenzó a recordar imágenes sueltas de su experiencia en el OVNI, que pudo durar alrededor de tres o cuatro horas. En un principio creyó que se trataba de retazos de alguna película que pudo haber visto durante su infancia, pero sus recuerdos se fueron intensificando y su hermana –cuando tuvo la oportunidad de contrastar con ella esas extrańas memorias, en 1980– le confirmó hasta donde pudo, la existencia real de la visita de dos entidades no conocidas a su casa de campo de Jumilla.
Además hay que sumar a esta singular vivencia el hecho de que los visitantes que interrumpieron la apacible vida de Próspera en 1947, volvieron a aparecer ańos después en la propia Jumilla, en la playa de San Juan (Alicante) y en Gerona, mostrando –en todas estas nuevas visitas– un vivo interés por el estado de la testigo y preocupándose por su condición física. Tanto Próspera como los investigadores que más de cerca han llevado el caso –como es el caso de Antonio Ribera, que dio buena cuenta del caso en su obra En el Túnel del Tiempo (1984)– ignoran el porqué de esas nuevas visitas, que se produjeron incluso dentro del casco urbano de las ciudades mencionadas, aunque reconocen que no son infrecuentes en la casuística mundial sobre abducciones esta clase de reencuentros.
La experiencia de Próspera cambió radicalmente su vida. Desde entonces –ha confesado en numerosas ocasiones– no se sintió una nińa normal y adquirió una visión de la realidad que difícilmente podría tener una nińa de su edad. Ese cambio ha orientado su vida, y –hoy por hoy– sólo espera reencontrararse con una extrańa mujer que conoció ańos después durante su estancia en un campamento femenino, que no sólo parecía estar al corriente de la existencia de los seres del OVNI, sino que le predijo numerosos acontecimientos futuros y le aseguró que regresaría ańos después para hablar en profundidad de todas esas vivencias. La espera, en este caso, continúa y nos advierte que el caso de Próspera Muńoz no está, en absoluto, cerrado