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Impresión de artista de un sistema estelar binario, tal como se vería desde la superficie de un planeta cercano.
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La creencia de que la humanidad no es la única forma de vida inteligente en el Universo es muy antigua. Y es más que una creencia: como dijo el filósofo Metrodoro en el siglo III a.C., «considerar que la Tierra es el único mundo poblado en la infinidad del espacio es tan absurdo como asegurar que en un campo sembrado de mijo sólo germinará una semilla.» De hecho, las posibilidades matemáticas de que el hombre no sea la única criatura inteligente en la inmensidad del espacio son muy altas, pero subsisten problemas que deben superarse antes de que podamos estar seguros de que entraremos en contacto con otra civilización.
Uno de ellos, como hemos visto, es el problema de que una civilización tecnológicamente avanzada sobreviva el tiempo suficiente para recibir un mensaje de la Tierra. Usando la misma lógica, nosotros podríamos desaparecer en el tiempo que tarda la seńal en ser recibida y contestada. Otro problema es hacia dónde dirigir nuestras seńales y, aunque nuestros mensajes sean recibidos, żcómo podremos estar seguros de que son entendidos?