Entretanto, y todavía en el mismo ańo 1961, exactamente el día 19 de Octubre, Walter Webb, profesor del Planetarium de Hayden, en Boston, recibió una carta de Richard Hall, secretario entonces y posteriormente subdirector del NICAP (National Investigations Committee on Aerial Phenomena, con sede en Washington). Hall, en la carta, pedía a Webb que investigara el caso de los Hill, un caso que consideraba importante. Hall unía a su carta laque Keyhoe había recibido de Betty.
Webb se trasladó a Porstmouth y entrevistó a los Hill durante más de seis horas. Fue un interrogatorio duro, agotador, pero no hubo contradicciones; todo le pareció fidedigno a Webb, porque en su informe a Hall concluía con una afirmación rotunda: «Mí opinión, después de interrogar a esta pareja y de estudiar sus reacciones y caracteres, es que contaban la verdad y que el incidente ocurrió exactamente como ellos me lo contaron».
El informe de Webb, un científico con fama de meticuloso y veraz en sus investigaciones, impresionó a otros dos investigadores: Robert Hohman, escritor especializado en temas científicos, y C. D. Jackson, destacado ingeniero electrónico.
Ambos se interesaban en el tema OVNI, pero sin dar mucho crédito a las tesis extraterrestres. No obstante, la aventura de los Hill les resultó tan interesante que no dudaron en hablar con Keyhoe y, finalmente, convencidos por éste de la importancia del caso, se trasladaron a Portsmouth.
La entrevista de los dos científicos con los Hill tuvo lugar el 25 de Noviembre y en ella estuvo presente el comandante James McDonald, oficial de las Fuerzas Armadas norteamericanas, que era amigo íntimo del matrimonio. Fue una entrevista –como la de Webb– casi policíaca, una entrevista que se prolongó desde el mediodía hasta la medianoche, pero que, con ser tan dilatada como rigurosa, al final toda la atención quedó centrada en aquellas dos horas de retraso en el viaje, algo que hasta entonces había casi pasado desapercibido.
«Súbitamente me sentí como petrificado –comentó más tarde Barney– cuando ante las preguntas de esas dos personas advertí por primera vez que, a la velocidad que suelo conducir, hubiéramos debido llegar a casa por lo menos dos horas antes. Normalmente tardo menos de cuatro horas en venir de Colebrook hasta aquí, y sabemos que aquella noche salimos a las diez y cinco. Eso, aún contando con la parada que hicimos en la carretera y teniendo en cuenta que nunca estuvimos parados más de cinco minutos.»
«Aquella tarde –escribió Fuller en su libro El viaje interrumpido– a los ojos del grupo reunido en el cuarto de estar de los Hill, esas dos horas se convirtieron en un misterio importante. Los Hill intentaron resolverlo, pero lo cierto es que les fue imposible explicar qué habían hecho durante ese tiempo; tampoco recordaban lo ocurrido durante los cincuenta y seis kilómetros que hay entre Indian Head y Ahsland. Ahora se sentían más perplejos y confusos que nunca.»
Y fue McDonald quien, entonces, aconsejó a sus amigos, los Hill, que recurrieran a la hipnosis. «En cierto modo –argumentó el comandante McDonald– habéis sufrido un trauma violento, parecido al del soldado que no puede hacer frente a la batalla, circunstancia que suele producir amnesia temporal y que, muchas veces, ha sido tratada con éxito mediante hipnosis médica.»
Hohman y Jackson se mostraron de acuerdo con McDonald. Y llegaron a más: ante la necesidad de un hipnólogo de confianza, se ofrecieron a ser ellos quienes lo buscaran.