En 1959 la editorial alemana J.F. Lehmanns Verlag de Munich publicaba la tercera edición de Die Deutschen waffen and geimwaffen en des 2. Weltkrges un ihre Weiterentwicklung (Las armas y las armas secretas alemanas de la II Guerra Mundial y su desarrollo posterior). El autor de este manual alemán sobre armas secretas era el mayor Rudolf Lusar, quien dedicaba un apartado del capítulo Aparatos Especiales al diseńo de "platillos volantes" nazis. Entre otras cosas Lusar decía: «Investigadores y científicos alemanes dieron ya durante la guerra los primeros pasos hacia tales "platillos volantes"; e incluso construyeron y probaron semejantes aparatos volantes que rayan en lo maravilloso».
Según datos confirmados de expertos y colaboradores, los primeros proyectos denominados 'discos volanles' se iniciaron en 1941. Los planos para tales proyectos proceden de los expertos alemanes Schriever, Habermohl y Miethe, y del italiano Bellonzo".
"Habermohl y Schriever -prosigue Lusar- eligieron un aro plano que giraba en torno a una cabina de pilotaje fija en forma de cúpula. Consistía en unas alas de disco orientables que permitían, según se las orientara, el despegue o vuelo en horizontal. Miethe desarrolló tuna especie de disco de 42 m. de diámetro, al que se habían acoplado toberas orientables. Schriever y Habermohl, que habían trabajado en Praga, despegaron el 14 de febrero de 1945 con el primer 'disco volante'. Alcanzaron en tres minutos una altitud de 12.400 m. y una velocidad horizontal de vuelo de 2.000 km/h. Estaba previsto que alcanzara velocidades de 4.000 km/h. Fueron precisos enormes ensayos previos y trabajos de investigación, antes de poder acometer la confección del proyecto. Debido a la elevada velocidad y a las extraordinarias exigencias de calor, debieron buscarse materiales especialmente indicados para que resistieran el efecto de las elevadas temperaturas.
El desarrollo del proyecto, que había costado millones, se hallaba prácticamente finalizado en los últimos días de la guerra. Al término de ésta, fueron destruidos los modelos existentes. Pero la fábrica de Breslau en la que había trabajado Miethe cayó en manos de los soviéticos, que llevaron todo el material y personal técnico a Siberia, donde se sigue trabajando con éxito en estos 'platillos volantes'. Schriever pudo salir a tiempo de Praga; pero Habermohl debe encontrarse en la Unión Soviética, ya que no se tiene noticia de él. El antiguo constructor alemán Miethe se encuentra en Estados Unidos y desarrolla, según se sabe, tales 'platillos volantes' en la A.V. Roe Comp., para Norteamérica y Canadá..."
Estas osadas y discutibles afirmaciones del mayor Lusar -escritas, todo hay que decirlo, en plena psicosis platillista de la Europa de los cincuenta- dispararon la imaginación de muchos ufólogos. Sin embargo, expertos en historia de la aeronáutica han sometido estos párrafos a una severa crítica, como la aparecida en otro número de la citada Luftfahrt International en mayo-junio de 1975.
Ahora bien, todos esos relatos sobre revolucionarias aeronaves se basan en un verdadero descubrimiento nazi: el despegue vertical. Un principio desarrollado en uno de los prototipos mas ingeniosos de la tecnología nazi: el "caza milagro".