y bastan solo un par de palabras
o una mirada a los ojos
para poder descubrir que
ellas brillan
con una luz diferente
que nos atrae con gran fuerza
y de una manera inexplicable.
Esta atracción natural comienza
por lo visual o estético
pero rapidamente se propaga
a todos nuestros sentidos...
no solo es la apariencia exterior
lo que nos atrapa,
sino la personalidad, la clase
y el estilo de esa persona.
Luego corre como un hormigueo
por todo nuestro interior,
pero para poder llegar desde los ojos
hasta el corazón,
necesita pasar indefectiblemente
por nuestro cerebro,
que le incorpora evaluaciones,
prejuicios y su cuota racional.
Finalmente este largo viaje
termina su recorrido en el corazón
donde las sensaciones se encuentran
con los sentimientos
y necesitan cruzar la frontera
que separa al cuerpo del espíritu
para confrontarlos y compatibilizarlos
con nuestros valores .
Comienza una batalla entre
las tres capas de nuestro ser
la sensorial que se guía
solo por el gusto
y la apariencia,
la racional que está dominada
por la evaluación lógica
y la espiritual que busca
aquello que trasciende lo material.
Para que entre dos personas
pueda florecer un amor duradero
es necesario que este sea capaz
de recorrer el camino inverso:
Debe echar raíces en los valores
espirituales de nuestro corazón,
atravesar lo racional y poder
exteriorizarse por lo sensorial.