"Tenemos dos años, José Luis tenemos dos años y en dos años puede pasarde todo, hagamos que pasen las cosas bien". Estas palabras de Felipe González, el pasado día 10, durante el acto de conmemoración del Centenario del Grupo Socialista, fueron interpretadas por muchos como un mensaje de apoyo inequívoco del expresidente del Gobierno a su sucesor en La Moncloa, amen de la reconciliación entre la actual dirección y la llamada "vieja guardia" felipista.
Y apoyo, es verdad que lo había. Pero pactado, interesado, con condiciones y, sobre todo, con fecha de caducidad. Como comentaba un destacado adalid del felipismo;se trataba mas bien de una rendición de Breda revivida, en la que un Zapatero derrotado se ponía en manos de su predecesor para sobrevivir hasta el final de la legislatura.
Cuentan desde el círculo de los leales a González que un Rodríguez Zapatero desbordado por una crisis económica que no acierta a sujetar preso de unos organismos internacionales que le están obligando a gobernar y a renunciar a sus principios ideológicos; y desamparado por la pérdida de credibilidad exterior y el abandono del electorado y de la mayoría de su partido; no tuvo más remedio que, como el hijo pródigo, volver a la casa del padre para reclamar su protección.
El hijo pródigo
Pero, a diferencia de la parábola bíblica, aquí no hubo para bienes y festejos. El padre, en esta ocasión, no negó la protección al vástago descarriado, le prometió el apoyo político que necesitaba y trabajar para recuperar la credibilidad perdida.
No la de Zapatero, que esa parece ya insalvable, sino lade un partido que, en opinión de los mayores del PSOE, está caminando hacia un desastre electoral, y de un país al que el Ejecutivo ha colocado al borde del abismo.
"En estos momentos en que nos da la depre, porque las cosas van mal, José Luis, y nos da la depre colectiva..., recuerdan. Son también palabras de Felipe González en la citada intervención del Centenario. Pero esta protección no va a ser gratis. En la reunión, me dicen, los dos líderes sellaron un pacto por el que González y sus gentes van a intentar sostener a Zapatero hasta el final de la legislatura -tenemos dos años, José Luis-.
Las listas del 2012
Pero las listas electorales las hacemos entre todos, aseguran que fueron,más o menos textuales, las palabras del hombre que sigue siendola referencia viva del socialismo español. Y cuando Felipe dice entre todos quiere decir que las va a controlar y aprobar él, me recuerdan.
Como también mantienen que en esas listas para 2012 Zapatero ya no irá. Está amortizado y lo sabe. Desde entonces, ha sido sorprendente el resurgir del protagonismo del expresidente con apariciones públicas y entrevistas en los medios de comunicación. Incluso, fuentes contrastadas también por otros compañeros periodistas cuentan que, ante la falta de credibilidad de Zapatero en losmercados internacionales, los líderes europeos han solicitado a Felipe González que sea el quien restaure la confianza que necesitan España, laUE y el euro.
Un cambio de gobierno
En este escenario, tanto en la sede de Ferraz como en el Grupo Parlamentario Socialista son una inmensa mayoría los que apuestan por un cambio de gobierno en julio, justo antes del debate del Estado de la Nación, o inmediatamente después.
Y en ese cambio casi todos dan también por descontado que el nuevo hombre fuerte será el ministro del Interior, AlfredoPérez Rubalcaba. El único superviviente del felipismo, junto a Manolo Chaves, en el Gabinete de Rodríguez Zapatero.
Y junto a la ascensión de Rubalcaba se da también por descontado el regreso de otros pesos pesados fieles a González, como Javier Solana. Otra figura esencial en la tarea de recuperar el prestigio y la credibilidad perdida en el escenario internacional, donde dejará de contar un Moratinos al que ya se considera "un cesado en funciones. Suena también Joaquín Almunia, pero, al margen de su indudable valía, acaba de asumir nuevas responsabilidades en Bruselas y el, ha dicho ya muy claro que noquiere volver. Razones no le faltan.