¿Reacción anti-española o simple rechazo de la 'crueldad' taurina? el debate quedó abierto el miércoles sobre la base de la prohibición de las corridas decidido por los diputados catalanes, acusados a veces de querer borrar de Cataluña una tradición muy 'española'. Seguir leyendo el arículo
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La acusación partió de los círculos conservadores, que ven en esta decisión un reflejo revanchista tras el rechazo a finales de junio por el Tribunal Constitucional de una parte de las prerrogativas acordadas a Cataluña en su nuevo Estatuto ampliado de Autonomía. Es "una ofensiva nacionalista, una provocación y una venganza", afirmó Jaime Mayor Oreja, eurodiputado del Partido Popular y ex ministro del Interior.
La prohibición de la Fiesta Nacional "no tiene nada que ver con protección del medio ambiente ni con el maltrato animal", sino que busca "romper lazos entre Cataluña y el resto de España", afirmó la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.
Todos los diputados del partido independentista catalán ERC y 32 de los 48 representantes del partido nacionalista moderado CiU votaron a favor de la prohibición de la tauromaquia en Cataluña a partir de 2012.
Los defensores franceses de las corridas añadieron este miércoles su voz a esta análisis, afirmando como André Viard, presidente del Observatorio Nacional de las Culturas Taurinas, que "es un problema político, no taurino. Son los partidos independentistas los que han votado por la abolición".
Sin embargo, este tema fue cuidadosamente evitado durante el debate en el Parlament que precedió a la votación: los adversarios de las corridas argumentaron la "crueldad" y la "barbarie" del espectáculo, mientras que sus partidarios llamaron a la "libertad" de elección para los amantes de esta tradición "cultural".
Numerosos especialistas estimaron que el voto del miércoles no es más que la culminación lógica de un desapego progresivo del público de las corridas en Cataluña, donde sólo La Monumental de Barcelona sigue organizando festejos.
Al tiempo que protestó contra los "políticos" catalanes, Simon Casas, el más español de los empresarios taurinos francés, reconoció que esta prohibición no es una "gran pérdida" en una comunidad donde la tauromaquia tradicional prácticamente ha desaparecido.
Las organizaciones de defensa de los animales expresaron su "euforia" tras esta decisión, mostrando su esperanza de un efecto de contagio en el resto del país, algo considerado poco probable por los especialistas.
Varios responsables del Gobierno criticaron por su parte la voluntad de la oposición de "politizar" esta votación y alimentar así el conflicto "identitario" entre Barcelona y Madrid. "Situar el debate en un contexto de confrontación política me parece un error", afirmó el vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves, gran defensor de las corridas.
"Creo que es una decisión que ha tomado Cataluña. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo, pero creo que deberíamos dejarlo en el ámbito de una decisión que no tiene connotaciones políticas sino tiene otro tipo de connotaciones. No deberíamos politizar esta decisión", dijo el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, mostrando su desacuerdo con la prohibición.
Este debate político que tiene como rehén la tauromaquia debería, no obstante, seguir haciendo correr mucha tinta en España, donde el asunto de las identidades y los nacionalismos es un tema recurrente de tensión.