Cada día se van descubriendo nuevas virtudes de nuestros aceites. Y no sólo del de oliva que, además de ser beneficioso a nivel cardiovascular, y como veremos después, ha añadido recientemente a sus muchas propiedades conocidas, la de ayudar a prevenir la osteoporosis.Pero, como decía, esto lo veremos después.

Más impactante si cabe, por tratarse de una enfermedad maldita, ha sido la relación encontrada entre el consumo regular de aceite de pescado y la reducción del riesgo de padecer un cáncer de mama. El estudio de marras ha sido realizado por investigadores del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson, de Seattle, con la experta en Salud Pública Emily White a la cabeza.

Y no es nada despreciable la cantidad de mujeres seguidas durante el estudio: un total de 35.016 mujeres postmenopáusicas, sin antecedentes de cáncer de mama, que realizaron un cuestionario sobre suplementos de vitaminas y estilo de vida, y fueron observadas durante 6 años.

Del total, 880 presentaron un cáncer de mama (un 0,03%). Y fue al separarlas por grupos en función de si consumían aceite de pescado (rico en ácidos grasos omega 3) cuando se hizo evidente que en el grupo de las que sí lo consumían, el riesgo de cáncer era un 32% menor.

Sin embargo, esta tendencia sólo se vio asociada a un tipo determinado de cáncer de mama: el ductal invasivo. Pero la “buena noticia” (así, entre comillas, para no herir susceptibilidades) es que éste es el tipo más extendido de cáncer de mama.

¿Y cómo podemos consumir aceite de pescado? Hablamos de aceite de pescado para referirnos a la grasa que éste tiene. Por tanto, en nuestra mesa no debería faltar una ración diaria de pescado azul (o casi).

Menos sorprendente (de sobra son conocidas las múltiples virtudes del producto del olivo), aunque también relevante, es lo que decíamos al principio del artículo, que éste podría ayudar a prevenir la osteoporosis. ¿Y cómo lo hace? Pues potenciando la formación de osteoblastos (que son las células encargadas de formar hueso) a partir de las células madre de la médula ósea.

El trabajo que lo demuestra ha sido realizado por el Departamento I+D del Grupo SANYRES, el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba, el Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba y la Universidad de esta ciudad, y ha tenido al Dr. José Manuel Quesada a la cabeza.

En dicho estudio se analizó cómo se comporta en un medio de cultivo una sustancia concreta, la oleuropeina, sobre las células encargadas de formar osteoblastos. El resultado: Los estimula. Y los ayuda hasta tal punto que se ha visto que la oleuropeina podría compensar la pérdida ósea debida al envejecimiento y a la osteoporosis.

Ése es el motivo que podría justificar por qué en la Cuenca Mediterránea la prevalencia de osteoporosis es menor que en el resto de Europa. La oleuropeina está presente tanto en las hojas de olivo como en el fruto (la aceituna), y también en el aceite siempre que sea virgen.

Por Francisco Marín