Jefe (J) y empleado (E).
J: – Señor Díaz, es usted un empleado de toda mi confianza. Quisiera que siguiera al contable porque cada día desaparece de la oficina durante dos horas.
Al día siguiente:
E: – Esto es lo que sucede: el contable se va al garaje, coge su coche, se va a su casa, le echa un polvo a su mujer, y vuelve al trabajo.
J: – ¿Así que se va a su casa con su mujer?
E: – Me permite que le tutee?
J: – Hombre Sr Diaz, con los años de confianza que hay por medio, no faltaría más.
E: – Se va al garaje, coge tu coche, se va a tu casa, le echa un kiki a tu mujer, y vuelve al trabajo.
Llega un abogado a una comida de etiqueta con un protocolo muy estricto y en medio de la comida le asalta un dolor de estómago terrible. Al ver que no puede más decide tirarse un pedo. Para disimular según se lo tira, tose, pero le sale un gargajo y le empieza a picar la garganta. Así que el tío estornuda, con tan mala suerte que le quedan dos velas, de unos cinco centímetros cada una, colgando de la nariz. El tío nerviosismo por la situación decide sorberlas, pero le da tanto asco que va y vomita encima del plato. Justo en ese momento se levanta el anfitrión y le dice:
- ¡¡Qué!! ¿Con las orejas no sabes hacer nada?
En un juicio le pregunta el abogado al testigo:
- Y bien, señor Gutiérrez, aquella noche… ¿Le dispararon en el follón?
A lo que el testigo contesta algo dubitativo:
- Bueno, concretamente… me dispararon entre el follón y el ombligo.