Mujer, te regalé una rosa
Te regalé una rosa sin espinas
De bello tallo, dulce como la tu carina
De textura armoniosa, suave como la seda
Delicada y tierna al beso de tus labios
La vi llorar sin consuelo
Por sus pétalos brotó un manantial de Lágrimas
Tuvo la dicha de oír que iba a expirar
Entre los pétalos de otra flor
De la más hermosa
¡Olvida tu pena hermosa rosa
Que no hay más pena que la pena mía¡
Tendrás la dicha de ver su rostro
De oír su voz, de respirar su aroma
Cuando llore, de sus ojos brotarán perlas
Se incrustarán entre tus pétalos
¡Olvida tu pena hermosa rosa
Que no hay más pena que la pena mía¡
A mí me queda solo el consuelo
De dejar abierta la ventana de mi habitación
Quizás el viento escuche mi ruego
Me traiga, lo que de ella deseo
Las perlas de sus ojos cuando llora de dolor
Aplacaré mi sed con ellas
Para que arraiguen en mis entrañas.
Y sienta lo que ella siente
¡Olvida tu pena hermosa rosa
Que no hay más pena que la pena mía¡
En la oscuridad, en el silencio de la noche
Al ser divino en mi oración, perdón le pido
Perdón señor, por ofenderla, por caer tan bajo
Por levantar mi mano contra ella
Por torturarla mentalmente
A ti mujer
En mi penitencia, te ruego
El día que el señor me llame
Ante su presencia, entre tus brazos
Junto a la flor, deseo
MORIR
Lorenzo Mota (Ayurveda)