La caricia es un lenguaje. Si tus caricias me hablan, no quisiera que se callen.
La caricia no es la copia de otra caricia lejana; es una nueva versión, casi siempre mejorada.
Es la fiesta de la piel la caricia mientras dura, y cuando se aleja deja sin amparo a la lujuria.
Las caricias de los sueños que son prodigio y encanto, adolecen de un defecto, no tienen tacto.
Como aventura y enigma, la caricia empieza antes de convertirse en caricia.
Es claro que lo mejor no es la caricia en sí misma, sino su continuación.
Piedritas en la ventana
De vez en cuando la alegría tira piedritas contra mi ventana; quiere avisarme que está ahí esperando, pero me siento calmo, casi diría ecuánime. Voy a guardar la angustia en un escondite y luego a tenderme cara al techo que es una posición gallarda y cómoda para filtrar noticias y creerlas.
Quién sabe dónde quedan mis próximas huellas, ni cuando mi historia va a ser computada. Quién sabe qué consejos voy a inventar aún, y qué atajos hallaré para no seguirlos.
Está bien, no jugaré al desahucio; no tatuaré el recuerdo con olvidos. Mucho queda por decir y callar y también quedan uvas para llenar la boca.
Está bien, me doy por persuadido; que la alegría no tire más piedritas. Abriré la ventana, abriré la ventana. |