LA META ETERNA
Mi meta debe ser Dios
mismo,
a
toda costa debe ser mi meta el estar
en constante comunión con mi amado
Señor,
por
cualquier via,
¡a
toda costa!
Por cualquier via implica
someterse a la via que
Dios
tenga para
conducirnos a esa meta.
Si
Dios habla a su propia
naturaleza en mí,
no cabe cuestionarle,
la
única opción es la pronta obediencia.
Cuando Jesús dice "ven",
simplemento vengo;
cuando me ordena "deja
esto" lo dejo;
cuando
me susurra
"confia en Dios en cuanto a esto",
confío.
Esta obediencia es la
evidencia
de la
naturaleza de Dios en mí.
La
revelación que Dios have
de Sí
mismo en mi persona,
va
determinada y
se ve influenciada por mi carácter,
no por
el suyo.
Es a
través de la disciplina
y de
la obediencia que alcanzamos
el
nivel que alcanzó
Abraham y descubirmos
quién
es el Señor.
Dios nunca me será real
hasta
que no llegue
a
verle cara a cara en Jesucristo...
mi
Señor y Salvador.
Es
entonces cuando
le
conoceré y
podré proclamar abiertamente:
"En
todo el mundo Dios mío,
nadie
hay que sea más que Tú,
y no
hay nadie más que Tú".
Las promesas de Dios
carecen de valor para
nosostros hasta que por
medio de la obediencia
llegamos a comprender
Su
naturaleza.
Puede
que leamos día a día
toda
la Biblia en un año sin
que lo
que leamos nos diga nada,
luego
de repente,
por
haber obedecido a Dios en algún
pequeño detalle,
vemos
lo que Él quiere decirnos,
y Su
naturaleza se
abre ante nosotros instantaneamente.
"Todas las promesas
que ha
hecho Dios son "sí" en Cristo.
Así
que por medio de Cristo
repondemos "amén" para la gloria de Dios. 2
Corintios 1:20.
Nuestro "sí"
ha de
nacer de la obediencia;
cuando
por la obediencia
ratificamos una promesa
de
Dios diciendo "Amén"
o "Así sea", esta promesa se hace nuestra.
"El ángel del Señor llamó a
Abraham por segunda vez desde el cielo,
y le dijo: -como has
hecho esto,
y no
me has negado a tu único
hijo, juro por mí mismo-
afirma el Señor
-que
te bendeciré en gran
manera, y que multiplicaré
tu
descendencia como las estrellas del
cielo y como la arena del mar.
Además, tus descendientes
conquistarán las ciudades
de sus
enemigos" Génesis 22:15-17.
Bendiciones!!!