Cuando duermes poco o con sobresaltos, es lógico que te levantes de mal humor y sientas la piel y las mucosas resecas; además se acentúan las líneas de expresión de tu rostro y la masa muscular se tensa.
Es evidente que el descanso físico y psíquico se reflejan en el aspecto externo. El sueño reparador nos relaja, mejora nuestra piel y cabello, y las mucosas están frescas y brillantes.
Dormir bien es una necesidad tan importante como respirar o comer. Su calidad, intensidad y duración necesariamente se reflejan en el aspecto físico; es el mejor tratamiento cosmético. Y además gratuito.
Cada cuerpo tiene necesidades diferentes de sueño, aprende a conocer las tuyas y adécualas a tus necesidades. Recuerda que dormir poco perjudica, pero dormir en exceso también.
Lo importante es que al levantarte tengas esa sensación gratificante de descanso, y la energía necesaria para realizar tus actividades diarias.
Procura hacer ejercicio físico durante el día, e intenta no llevar preocupaciones a la cama. Antes de meterte bajo las cobijas revisa que la temperatura de la habitación sea fresca y agradable. Tanto el colchón como la almohada -mejor quitarla, por aquello de la papada- y la ropa de cama deben ser lo más cómodas posible.
Nunca te vayas a dormir sin haber retirado perfectamente el maquillaje. Si no te maquillas de todas maneras debes limpiar tu piel; hay una gran cantidad de toxinas en el ambiente que obstruyen los poros y no permiten que la piel respire durante el sueño.
Acostúmbrate a algo así como un ritual nocturno que comience con una limpieza de la piel, seguida de una buena hidratación; después el cepillado de dientes y cabello. Son indispensables hábitos de higiene.
Por la tarde-noche evita el café y las bebidas estimulantes, enemigos del sueño; mucho mejor es beber un poco de leche tibia endulzada y, si puedes, agrégale un chorrito de vainilla.
Incluye en tus hábitos un poco de lectura, que induce el inicio del sueño, además de que te permite ampliar tu cultura y conocimientos.
Si por alguna razón no duermes el tiempo que tu cuerpo y mente necesitan, identifica el motivo y ponle remedio de inmediato. La falta de sueño provoca cierta agresividad y reduce la resistencia del organismo ante enfermedades e infecciones. Así que intenta reponer las horas de sueño que te faltaron.
¡A dormir! Tu piel y cabello te lo agradecerán.
Martha Alicia Baca